Yggdrasil, en el país de las maravillas -Priv. Rada-

No había mucho que hacer ese día, ya que aun cuando era lunes por la mañana, ningún joven docente se encontraba dentro del instituto, ni cerca de sus alrededores al ser un día feriado, pero aun así los trabajadores de aquel instituto tenían que ir a presentarse si no deseaban que se les descontara parte de sus sueldos, ya que debían mandar informes, calificaciones, notas, reportes y hacer el plan de trabajo individualmente para aquella semana. Pero el solo era un enfermero, un doctor en aquel lugar, así que su participación era poca realmente dentro de aquel instituto, ya que solo dejo su ya de por si elaborado informe, así como cada una de las copias de sus notas y la petición de ciertos medicamentos que empezaban a escasear en la enfermería, los cuales, curiosamente en su mayoría eran somníferos y tranquilizantes, así como lo más básico como vendajes y lo más extraño como la escases de las sabanas blancas.

Así que al terminar de entregar todo en un simple pero elegante folder, se despidió de los pocos presentes con pocas palabras, deseándoles un buen día antes de salir de aquella dirección, pasando por la sala de maestros antes de poder salir a los pasillos, dirigiéndose a pasos tranquilos, suaves y a la vez elegantes a la salida para dirigirse al jardín, ya que había conseguido algunas semillas de hermosas flores, las cuales sabia que se verían hermosas en el jardín, el cual cuidaba cuando nadie se encontraba presente.

Lentamente se acerco a las jardineras, hincándose para empezar a escarbar de modo manual la tierra, sin importar ensuciarse como dirían muchos, haciendo a un lado con cuidado los protectores de la tierra como gusanos, cucarachas de tierra y ciertos pequeños insectos como cochinillas antes de depositar cuidadosamente las semillas, dejando una separación prudente entre casa una antes de volver a cada ser vivo a los agujeros y enterrarlos nuevamente.

-¿Desean nacer tan pronto?- Susurro, al poder entender el idioma de la naturaleza, pero no sabía si aquello sería prudente  o no, pero solo se puso de pie, asintiendo un poco –Esta bien, solo denme un momento, dejen termino de plantar a las demás integrantes para este jardín- Susurro con cariño a las semillas de hippeastrum, pero observo a su alrededor, buscando donde poder plantar las demás semillas sin temer por ellas al dejarlas solas al día siguiente, ya que usualmente jóvenes que se creían la gran cosa terminaban por arrancar sus flores, pisarlas o tirarles un balón encima, pero jamás se preocupaban por como dejaban a las indefensas flores, ya que no les importaba.

Pero tras buscar un lugar, se acerco a la sombra de un gran árbol, tan viejo como él, sabiendo que aquel sabio le agradaría tener compañía, así que empezó a escavar, plantando hermosas borrajas, narcisos, silenes, orquídeas, ¿y por qué no?, una hermosa flor de la pasión alrededor de aquel Acacia.

Pero mientras hacía aquello, una hermosa y radiante sonrisa se mostraba en su rostro, pareciendo más un pequeño Elfito que había encontrado algo realmente maravilloso y preciado, pero para él, cuando se trataba de la naturaleza, le era casi imposible ocultar su amor por la flora y fauna, y casi le era imposible mostrar esa mascara de seriedad que usaba cuando estaba dentro del instituto. Pero ahora que había terminado, debía de cumplir aquella promesa, pero antes paso su mano sobre su rostro, manchando aquella fina piel con el color marrón de la tierra al tener sus manos completamente ‘sucias’, pero poco le importaba, ahora solo debía invocar a uno de sus summons spirits para que le ayudara a cumplir el deseo de las flores, pero se detuvo cuando el circulo de invocación se formo en el suelo en un hermoso y brillante circulo verde que se perdía en el pasto al quedarse algo sorprendido y avergonzado al no haber notado una presencia más en aquel lugar, y no sabía cuánto había visto -…Buenos días- Susurro, intentando mostrar aquella serenidad habitual.