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The wind and the nature [Priv. Nox] +18
2 participantes
Página 1 de 1.
The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Somerset, un instituto con bastantes aspectos interesantes. Tras lograr convencer a mi padre, he logrado que accediese a llevarme un día al lugar, aunque debido a que debía hablar con el director sobre los asuntos de negocios, se decidió que me quedaría en el jardín de la entrada, esperando a que llegase.
Como era de esperar, estuve planeando diversos posibles escenarios antes de salir, ya que nunca llegué a ver el lugar, aunque fuese sólo la entrada. La primera escena que se me ocurrió fue que sería un lugar bastante tétrico y que daría una mala impresión. En ese caso, debería acompañar a mi padre con el fin de no ser intimidado por tal... paisaje que se reflejaba en mi mente. Junto con otras cuatro posibilidades que no mencionaré, cabe destacar que, debido a la cara que el instituto da al públcio, debía ser un lugar precioso para que nadie se pudiese imaginar lo que pasa tras la entrada.
A medida que fuimos caminando hasta llegar, lo cierto es que me fui animando cada vez más al ver que el lugar era bastante cercano a la imagen más positiva que le di. Para mi interior, suspiré a medida que iba caminando. Durante un momento, mi padre se detuvo y entonces me informó que iría a hablar con el director y que le esperase por el jardín, acostumbrándome ya a la academia poco a poco, aunque sea simplemente a la parte abierta al público, por así decirlo.
Acepté. Después de todo, la idea original era que él me dejase aquí para hablar de lo que tenga que hablar con quien está a cargo. Yo, por otra parte, debía buscar una forma de entretenerme. Con ese pensamiento en mente, consulté mi cuaderno de notas con el fin de encontrar una posible situación que resulte de mi agrado. Al final opté por la opción 3: levitar a poca altura a medida que me paseaba por allí y, si aparecía alguien que me gustase, hacerle sentirse más "cómodo" conmigo. Quién sabe, puede que así logra hacer un "amigo", ¿no? Aunque, por supuesto, todo debe seguir alguno de los planes que tenía en mente. De lo contrario, acabaría enfrentándome a una situación bastante peliaguda.
Como era de esperar, estuve planeando diversos posibles escenarios antes de salir, ya que nunca llegué a ver el lugar, aunque fuese sólo la entrada. La primera escena que se me ocurrió fue que sería un lugar bastante tétrico y que daría una mala impresión. En ese caso, debería acompañar a mi padre con el fin de no ser intimidado por tal... paisaje que se reflejaba en mi mente. Junto con otras cuatro posibilidades que no mencionaré, cabe destacar que, debido a la cara que el instituto da al públcio, debía ser un lugar precioso para que nadie se pudiese imaginar lo que pasa tras la entrada.
A medida que fuimos caminando hasta llegar, lo cierto es que me fui animando cada vez más al ver que el lugar era bastante cercano a la imagen más positiva que le di. Para mi interior, suspiré a medida que iba caminando. Durante un momento, mi padre se detuvo y entonces me informó que iría a hablar con el director y que le esperase por el jardín, acostumbrándome ya a la academia poco a poco, aunque sea simplemente a la parte abierta al público, por así decirlo.
Acepté. Después de todo, la idea original era que él me dejase aquí para hablar de lo que tenga que hablar con quien está a cargo. Yo, por otra parte, debía buscar una forma de entretenerme. Con ese pensamiento en mente, consulté mi cuaderno de notas con el fin de encontrar una posible situación que resulte de mi agrado. Al final opté por la opción 3: levitar a poca altura a medida que me paseaba por allí y, si aparecía alguien que me gustase, hacerle sentirse más "cómodo" conmigo. Quién sabe, puede que así logra hacer un "amigo", ¿no? Aunque, por supuesto, todo debe seguir alguno de los planes que tenía en mente. De lo contrario, acabaría enfrentándome a una situación bastante peliaguda.
Última edición por Emil Wilson el Jue Mar 27, 2014 10:12 am, editado 1 vez
Emil Wilson- inversor
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/03/2014
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Es un día de mierda.
Faltan tres horas para que llegue el almuerzo. Tres horas, cuarenta y tres minutos, dieciséis segundos. Catorce, ahora.
Los estudiantes en los pasillos no dejan de lloriquear al respecto. Están cansados, dicen. La lección de anoche fue extrema. No dicen nada específico, pero el comentario queda implícito para quienes saben lo que sucede detrás de la fachada de escuelita prestigiosa de Somerset. Los ignorantes suponen que se refieren a clases adicionales o qué se yo. La verdad, yo tampoco soy muy familiar con el concepto.
Tomando en cuenta que llevo aquí tres días o algo así.
Las clases son muy básicas en general. Me han puesto en el curso más bajo que pudieron porque al parecer es rarísimo que un estudiante de mi edad llegue a este punto con el culo intacto. Bien por mí, supongo. Los profesores no se callan sobre la importancia de complacer al cliente -y noto que se refieren a la experiencia como una transacción más que como lo que se supone que debería ser. Me da igual, en verdad. El sexo compra poder; el mundo no es color rosa, la vida no es una canción ni nada de lo que parecen inculcar los cuentos modernos. Ahora, los antiguos, esos sí enseñaban lecciones de vida. O de muerte, que es mucho mejor.
Aprovecho el cambio de clase que se viene para escabullirme. Faltan tres horas, treinta y siete minutos y veinte segundos para el almuerzo. Diecinueve. Veinte otra vez. Este maldito reloj...
Me levanto de súbito, la incómoda butaca raspando el suelo detrás de mí. El chillido me pone los pelos de punta, pero dudo que mi rostro lo demuestre más allá de un ligero ceño fruncido. El profesor y los alumnos me observan fijamente mientras me abro paso hacia la salida. Le dirijo una mirada al instructor por el rabillo del ojo. Ni siquiera se inmuta. Lo felicito.
—Baño—murmuro con pereza como toda explicación. No espero una respuesta antes de azotar la puerta y comenzar a vagar por los pasillos. Noto con desgano que los sanitarios quedan en la dirección opuesta. Oh, bueno. Me asomo por los ventanales del segundo piso.
Es un día tolerable, se me ocurre. El sol está ligeramente oculto tras una pincelada de nubes y el viento está soplando agradablemente, si el ligero vaivén de las hojas moribundas en los árboles es algún indicio. Desde mi punto puedo ver la figura de un enorme almendro y la igualmente enorme sombra que proporciona. No me es difícil imaginarme tomando una siesta ahí abajo. Me encojo de hombros y comienzo a andar en dirección a las escaleras que bajan a la primera planta, con el jardín como destino final.
El día parece estar mejorando.
Al salir del edificio me recibe el delicado bofetón del viento de otoño, fresco y húmedo, y rápidamente echo un vistazo al escenario: la escuela es gigantesca, pero los jardines deben ser al menos dos veces más grandes. Y bien mantenidos, también. Para cuidar las apariencias y todo eso, creo. No veo ni un alma en el exterior. Eso es conveniente. Sin más me guardo las manos en los bolsillos -el aire está enfriando-, desciendo los peldaños que elevan al instituto y comienzo a andar sobre el césped, por entre la ridícula cantidad de flores y arbustos y árboles bien posicionados a forma de sendero.
La antigua melodía de Oranges and Lemons comienza a brotar de mi garganta, y no tengo intenciones de detenerla. Eso es, hasta que mi nariz capta la escencia de algo que se acerca demasiado a un humano. La canción se detiene con un suave tarareo y comienzo a buscar con ojos ágiles. Éste humano no escapará, decido. Aspiro hondamente, vuelvo el rostro y, sí, ahí está, la inconfundible figura de un chico humano. Su olor es un tanto confuso, pero da igual.
Me acerco a paso acelerado y me detengo a dos metros y medio de distancia, apreciando mejor su apariencia. Es alto. Más que el promedio, al menos. Delgado, cabello castaño, y ese aroma tan inusual. Pero lo que más me llama son sus ojos esmeralda. El color siempre me ha parecido ligeramente atrayente. Un poco.
—Me debes cinco peniques, humano—le informo con palabras arrastradas y extiendo la mano con fastidio. Esto es demasiado trabajo, pero sea por mi madre haré el esfuerzo—. Paga si entre tus deseos está vivir un día...—me interrumpo de súbito. No había notado que el humano estaba flotando. No es humano después de todo. Oh.
Faltan tres horas para que llegue el almuerzo. Tres horas, cuarenta y tres minutos, dieciséis segundos. Catorce, ahora.
Los estudiantes en los pasillos no dejan de lloriquear al respecto. Están cansados, dicen. La lección de anoche fue extrema. No dicen nada específico, pero el comentario queda implícito para quienes saben lo que sucede detrás de la fachada de escuelita prestigiosa de Somerset. Los ignorantes suponen que se refieren a clases adicionales o qué se yo. La verdad, yo tampoco soy muy familiar con el concepto.
Tomando en cuenta que llevo aquí tres días o algo así.
Las clases son muy básicas en general. Me han puesto en el curso más bajo que pudieron porque al parecer es rarísimo que un estudiante de mi edad llegue a este punto con el culo intacto. Bien por mí, supongo. Los profesores no se callan sobre la importancia de complacer al cliente -y noto que se refieren a la experiencia como una transacción más que como lo que se supone que debería ser. Me da igual, en verdad. El sexo compra poder; el mundo no es color rosa, la vida no es una canción ni nada de lo que parecen inculcar los cuentos modernos. Ahora, los antiguos, esos sí enseñaban lecciones de vida. O de muerte, que es mucho mejor.
Aprovecho el cambio de clase que se viene para escabullirme. Faltan tres horas, treinta y siete minutos y veinte segundos para el almuerzo. Diecinueve. Veinte otra vez. Este maldito reloj...
Me levanto de súbito, la incómoda butaca raspando el suelo detrás de mí. El chillido me pone los pelos de punta, pero dudo que mi rostro lo demuestre más allá de un ligero ceño fruncido. El profesor y los alumnos me observan fijamente mientras me abro paso hacia la salida. Le dirijo una mirada al instructor por el rabillo del ojo. Ni siquiera se inmuta. Lo felicito.
—Baño—murmuro con pereza como toda explicación. No espero una respuesta antes de azotar la puerta y comenzar a vagar por los pasillos. Noto con desgano que los sanitarios quedan en la dirección opuesta. Oh, bueno. Me asomo por los ventanales del segundo piso.
Es un día tolerable, se me ocurre. El sol está ligeramente oculto tras una pincelada de nubes y el viento está soplando agradablemente, si el ligero vaivén de las hojas moribundas en los árboles es algún indicio. Desde mi punto puedo ver la figura de un enorme almendro y la igualmente enorme sombra que proporciona. No me es difícil imaginarme tomando una siesta ahí abajo. Me encojo de hombros y comienzo a andar en dirección a las escaleras que bajan a la primera planta, con el jardín como destino final.
El día parece estar mejorando.
Al salir del edificio me recibe el delicado bofetón del viento de otoño, fresco y húmedo, y rápidamente echo un vistazo al escenario: la escuela es gigantesca, pero los jardines deben ser al menos dos veces más grandes. Y bien mantenidos, también. Para cuidar las apariencias y todo eso, creo. No veo ni un alma en el exterior. Eso es conveniente. Sin más me guardo las manos en los bolsillos -el aire está enfriando-, desciendo los peldaños que elevan al instituto y comienzo a andar sobre el césped, por entre la ridícula cantidad de flores y arbustos y árboles bien posicionados a forma de sendero.
La antigua melodía de Oranges and Lemons comienza a brotar de mi garganta, y no tengo intenciones de detenerla. Eso es, hasta que mi nariz capta la escencia de algo que se acerca demasiado a un humano. La canción se detiene con un suave tarareo y comienzo a buscar con ojos ágiles. Éste humano no escapará, decido. Aspiro hondamente, vuelvo el rostro y, sí, ahí está, la inconfundible figura de un chico humano. Su olor es un tanto confuso, pero da igual.
Me acerco a paso acelerado y me detengo a dos metros y medio de distancia, apreciando mejor su apariencia. Es alto. Más que el promedio, al menos. Delgado, cabello castaño, y ese aroma tan inusual. Pero lo que más me llama son sus ojos esmeralda. El color siempre me ha parecido ligeramente atrayente. Un poco.
—Me debes cinco peniques, humano—le informo con palabras arrastradas y extiendo la mano con fastidio. Esto es demasiado trabajo, pero sea por mi madre haré el esfuerzo—. Paga si entre tus deseos está vivir un día...—me interrumpo de súbito. No había notado que el humano estaba flotando. No es humano después de todo. Oh.
Nox- Estudiante
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 18/03/2014
Localización : No bajo tu cama, definitivamente no ahí.
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Dentro de la opción que elegí, lo cierto es que había muchísimas variantes. Podría encontrarme a alguien con quien no hiciese falta tener que realizar ningún tipo de "acomodamiento", o bien podría ser alguien especialmente tímido a quien tener que "tranquilizar", o bien podría ser alguien que me hiciese a mí sentir nervioso. Cosa extraña pero posible. Finalmente, cabía destacar que podía encontrarme a un pobre iluso que no comprendiese ni por activa ni por pasiva que yo era muy superior a él y que debía actuar en consecuencia.
Éste fue el caso al que me refería. Desde luego, mostré una mueca de desagrado que no pudo ver el señor al que le estaba dando la espalda cuando me habló con aquel tono de superioridad. Bien podría intentar hacerle entender aquello o bien podría hacerle sentir más cómodo para que comprendiese la situación de una vez. Qué hacer era una gran pregunta para poder hacer frente a este pobre iluso.
- Y... ¿Por qué se supone que debería pagar? -pregunté, un poco desafiante-. Después de todo, no recuerdo deber dinero a nadie.
Al darme la vuelta y observarle me di cuenta de que, en el aspecto exterior, no parecía ser precisamente alguien de rasgos toscos. Es más, se le podría calificar de alguien lindo que se intenta hacer el duro. Es... un tanto mono, si se me preguntase mi opinión. Obviamente, después de lo que dije, todo lo posiblemente adorable o mono que pudiese ser se había desvanecido por completo.
- Simplemente estaba oliendo las flores. No sabía que había que pagar por ello -sonreí-. Pero, en cierta forma, es comprensible. Después de todo, desprenden un aroma especialmente atrayente, ¿no crees?
En el momento en que mencioné el aroma de las flores empecé a extender el pequeño afrodisiaco. Con el simple hecho de respirarlo ya podría hacer que estuviese más cómodo... Si encima lo tomaba de forma directa al esforzarse por aquello... ¿Qué pasaría? Lo que está claro es que, si funciona, tendré que enseñarle quién está por encima de quién. Pero eso sí. Debo tener cuidado. Mi padre me mencionó que había cierto grupo de alumnos que era virgen. No sé si él lo será, pero he de tener cuidado con no pasarme de la raya solo por si acaso.
Éste fue el caso al que me refería. Desde luego, mostré una mueca de desagrado que no pudo ver el señor al que le estaba dando la espalda cuando me habló con aquel tono de superioridad. Bien podría intentar hacerle entender aquello o bien podría hacerle sentir más cómodo para que comprendiese la situación de una vez. Qué hacer era una gran pregunta para poder hacer frente a este pobre iluso.
- Y... ¿Por qué se supone que debería pagar? -pregunté, un poco desafiante-. Después de todo, no recuerdo deber dinero a nadie.
Al darme la vuelta y observarle me di cuenta de que, en el aspecto exterior, no parecía ser precisamente alguien de rasgos toscos. Es más, se le podría calificar de alguien lindo que se intenta hacer el duro. Es... un tanto mono, si se me preguntase mi opinión. Obviamente, después de lo que dije, todo lo posiblemente adorable o mono que pudiese ser se había desvanecido por completo.
- Simplemente estaba oliendo las flores. No sabía que había que pagar por ello -sonreí-. Pero, en cierta forma, es comprensible. Después de todo, desprenden un aroma especialmente atrayente, ¿no crees?
En el momento en que mencioné el aroma de las flores empecé a extender el pequeño afrodisiaco. Con el simple hecho de respirarlo ya podría hacer que estuviese más cómodo... Si encima lo tomaba de forma directa al esforzarse por aquello... ¿Qué pasaría? Lo que está claro es que, si funciona, tendré que enseñarle quién está por encima de quién. Pero eso sí. Debo tener cuidado. Mi padre me mencionó que había cierto grupo de alumnos que era virgen. No sé si él lo será, pero he de tener cuidado con no pasarme de la raya solo por si acaso.
Emil Wilson- inversor
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/03/2014
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
El muchacho posa sus ojos viridiana sobre mí y siento mis cejas alzarse brevemente con sorpresa y mis labios apretarse instintivamente ante la oposición en su rostro y tono de voz, que claramente expresan fastidio y prepotencia. Cuestiona mis demandas, lo que supongo es una reacción natural pero definitivamente no torna la situación menos molesta o incómoda, y me pica que no parezca ni levemente intimidado por mi presencia. Tsk.
Bajo la mano al notar que aún la tengo alzada como un imbécil y la guardo en mis bolsillos junto con su igual, inmediatamente endureciendo mi expresión con la esperanza de que mi rostro hastiado disimule la torpeza de los movimientos.
—Hn—gruño bajo en la garganta, mis ojos escarlata bien puestos sobre sus orbes esmeralda—. Como sea, olvídalo—chasqueo la lengua con desgano, encogiéndome de hombros para añadir al efecto. De ninguna manera admitiría mi error, y mucho menos me disculparía a causa de ello. Esnifo rápidamente y paseo la mirada por los alrededores con indiferencia, subconscientemente reparando en el hecho de que acabo de perder la competencia no-oficial de miradas.
El chico parece reconsiderar su enfoque, pues cuando habla de nuevo sus palabras tienen un timbre distinto. En esencia son iguales: seguras y ciertamente orgullosas, pero de trasfondo se aprecia melosidad, voz casi como el ronroneo de un gato. Un cierto aroma dulzón me pega en el rostro y lo vuelvo hacia él de golpe, justo a tiempo para verlo sonreír, y siento las mejillas inexplicablemente calientes de golpe. El estomago se me ha hecho un nudo, y cuando trato de abrir la boca para contestar lo único que resulta es un extraño suspiro agudo.
Ésto no es normal.
Trato de inhalar profundo para calmarme, pero eso en definitiva no ayuda nada. Me cubro los labios con una mano y aclaro la garganta, tratando de dominar esta absurda sensación. Por ahora evito mirarle a los ojos, pero mantengo la vista a la altura de su pecho cuando logro contestar.
—S-sí, supongo, son... huelen muy... eh, están bien, c-creo—logro balbucear, e internamente me horroriza la forma tan ajena en que me estoy comportando.
El peculiar perfume me está mareando y me dificulta pensar con claridad, relajando mi cuerpo en un nivel más allá de lo comprensible para ser provocado por una flor. No solo es un aroma que no he encontrado antes -y cuando has vivido casi siete siglos, eso resulta literalmente increíble-, sino que está forzando un lado mío que definitivamente no me gusta. Me toma un poco, toda esta ola de sensaciones alentando mi proceso mental, pero finalmente descubro que esto definitivamente no es obra de la vegetación. Vuelvo a mirar a este chico a los ojos -¿es mi imaginación, o son más verdes que antes?-, listo para confrontarlo con toda mi furia.
—Lindos ojos—las palabras salen como un susurro embelesado, y juro por mi madre que he perdido todo respeto propio y estoy a nada de cumplir el deseo masoquista de golpear mi cabeza contra un tronco repetidamente hasta perder la consciencia—¿Quién eres? Hueles muy bien.
Definitivamente no estoy sujetando la manga de su camisa como un infante perdido. Maldita sea, que no.
Y mierda que si esto no es el infierno.
Bajo la mano al notar que aún la tengo alzada como un imbécil y la guardo en mis bolsillos junto con su igual, inmediatamente endureciendo mi expresión con la esperanza de que mi rostro hastiado disimule la torpeza de los movimientos.
—Hn—gruño bajo en la garganta, mis ojos escarlata bien puestos sobre sus orbes esmeralda—. Como sea, olvídalo—chasqueo la lengua con desgano, encogiéndome de hombros para añadir al efecto. De ninguna manera admitiría mi error, y mucho menos me disculparía a causa de ello. Esnifo rápidamente y paseo la mirada por los alrededores con indiferencia, subconscientemente reparando en el hecho de que acabo de perder la competencia no-oficial de miradas.
El chico parece reconsiderar su enfoque, pues cuando habla de nuevo sus palabras tienen un timbre distinto. En esencia son iguales: seguras y ciertamente orgullosas, pero de trasfondo se aprecia melosidad, voz casi como el ronroneo de un gato. Un cierto aroma dulzón me pega en el rostro y lo vuelvo hacia él de golpe, justo a tiempo para verlo sonreír, y siento las mejillas inexplicablemente calientes de golpe. El estomago se me ha hecho un nudo, y cuando trato de abrir la boca para contestar lo único que resulta es un extraño suspiro agudo.
Ésto no es normal.
Trato de inhalar profundo para calmarme, pero eso en definitiva no ayuda nada. Me cubro los labios con una mano y aclaro la garganta, tratando de dominar esta absurda sensación. Por ahora evito mirarle a los ojos, pero mantengo la vista a la altura de su pecho cuando logro contestar.
—S-sí, supongo, son... huelen muy... eh, están bien, c-creo—logro balbucear, e internamente me horroriza la forma tan ajena en que me estoy comportando.
El peculiar perfume me está mareando y me dificulta pensar con claridad, relajando mi cuerpo en un nivel más allá de lo comprensible para ser provocado por una flor. No solo es un aroma que no he encontrado antes -y cuando has vivido casi siete siglos, eso resulta literalmente increíble-, sino que está forzando un lado mío que definitivamente no me gusta. Me toma un poco, toda esta ola de sensaciones alentando mi proceso mental, pero finalmente descubro que esto definitivamente no es obra de la vegetación. Vuelvo a mirar a este chico a los ojos -¿es mi imaginación, o son más verdes que antes?-, listo para confrontarlo con toda mi furia.
—Lindos ojos—las palabras salen como un susurro embelesado, y juro por mi madre que he perdido todo respeto propio y estoy a nada de cumplir el deseo masoquista de golpear mi cabeza contra un tronco repetidamente hasta perder la consciencia—¿Quién eres? Hueles muy bien.
Definitivamente no estoy sujetando la manga de su camisa como un infante perdido. Maldita sea, que no.
Y mierda que si esto no es el infierno.
Nox- Estudiante
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 18/03/2014
Localización : No bajo tu cama, definitivamente no ahí.
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Las reacciones del contrario fueron como las de alguien que se cree lo más importante del mundo cuando en realidad es, muy probablemente, un niño pequeño con ganas de recibir atención. Aunque... ese niño con tantas ganas de recibir atención me resultaba de lo más mono ahora que estaba siendo presa de mi pequeño juego. ¡Oh Dios! Si no fuese porque no es la primera vez que pasa algo así, me habría reído cuando se ruborizó e intentó calmarse. ¿Qué debería hacer? Ahora mismo se puede decir que está en mi completa merced. Ese balbuceo fue extremadamente adorable a medida que dejaba que mi aroma se desperdigase alrededor de él con el fin de hacerle sentirse más "humillado", si tuviese que ponerlo en las palabras que él diría a juzgar por cómo se había dirigido a mí al principio.
Fingiendo preocupación, me acerqué a él y lo tomé del rostro, clavando mis ojos en los suyos cuando desvió la mirada al hablar por primera vez.
- ¿Estás bien? Te noto un poco raro. ¿Quieres que te lleve a la enfermería? -Si lo llevo allí me aseguraré de pasármelo bien con él sin tomar nada que pueda resultar peligroso, como su virginidad. Sin embargo, a juzgar por lo orgulloso que es, no creo que sea capaz de admitir la ayuda. Moriría antes de siquiera elogiarme.
¿Me acaba de decir... que tengo unos ojos lindos? Sinceramente, me pilló completamente por sorpresa, pero eso quería decir que él ya estaba bastante más afectado de lo que pensaba. Algo bueno. Especialmente si consideramos que está actuando de una forma especialmente tímida y con un sentimiento de deseo que no puede ocultar aunque se esfuerce en ello.
- Bueno... Esto... -fingí estar nervioso-. No estoy acostumbrado a que me digan ese tipo de cosas así sin más, como que huelo bien o que tengo unos ojos lindos... -me revolví un poco el cabello-. Pero, gracias -sonreí-. ¡Tú también tienes unos ojos preciosos!
Me acerqué a él para poder observar con más intensidad aquellos ojos escarlata. Sí. Debía admitirlo. De verdad eran realmente atrayentes. Más considerando la situación en la que estamos. Tomé la mano del chico con el aparente fin de "tranquilizarlo", pero con la idea de ponerle aún más nervioso.
- Oye... -dije-. ¿Crees en el amor a primera vista? -pregunté afianzando el contaco de nuestras manos-. Porque... Bueno... Yo no creía en él... -lo miré con cierto deseo reflejado en mi mirada-. Hasta ahora... -apreté más la mano ajena que sujetaba con la mía y bajé la mirada, fingiendo nerviosismo y empecé a dibujar círculos con el dedo en la palma de la mano del chico-. Yo soy Emil... ¿Cómo te llamas?
¿Le pondré nervioso? ¿Podré "humillarlo" más? ¿Hasta dónde podría llegar mi habilidad con él? Todas estas preguntas hacían que me pusiese cada vez más nervioso y pensamientos a cada cual más intenso y pervertido surgiesen en mi mente, todos deteniéndose en el acto de penetración, en caso de que él fuese virgen. Voy a hacer que te arrepientas de haberme tratado como alguien inferior.
Fingiendo preocupación, me acerqué a él y lo tomé del rostro, clavando mis ojos en los suyos cuando desvió la mirada al hablar por primera vez.
- ¿Estás bien? Te noto un poco raro. ¿Quieres que te lleve a la enfermería? -Si lo llevo allí me aseguraré de pasármelo bien con él sin tomar nada que pueda resultar peligroso, como su virginidad. Sin embargo, a juzgar por lo orgulloso que es, no creo que sea capaz de admitir la ayuda. Moriría antes de siquiera elogiarme.
¿Me acaba de decir... que tengo unos ojos lindos? Sinceramente, me pilló completamente por sorpresa, pero eso quería decir que él ya estaba bastante más afectado de lo que pensaba. Algo bueno. Especialmente si consideramos que está actuando de una forma especialmente tímida y con un sentimiento de deseo que no puede ocultar aunque se esfuerce en ello.
- Bueno... Esto... -fingí estar nervioso-. No estoy acostumbrado a que me digan ese tipo de cosas así sin más, como que huelo bien o que tengo unos ojos lindos... -me revolví un poco el cabello-. Pero, gracias -sonreí-. ¡Tú también tienes unos ojos preciosos!
Me acerqué a él para poder observar con más intensidad aquellos ojos escarlata. Sí. Debía admitirlo. De verdad eran realmente atrayentes. Más considerando la situación en la que estamos. Tomé la mano del chico con el aparente fin de "tranquilizarlo", pero con la idea de ponerle aún más nervioso.
- Oye... -dije-. ¿Crees en el amor a primera vista? -pregunté afianzando el contaco de nuestras manos-. Porque... Bueno... Yo no creía en él... -lo miré con cierto deseo reflejado en mi mirada-. Hasta ahora... -apreté más la mano ajena que sujetaba con la mía y bajé la mirada, fingiendo nerviosismo y empecé a dibujar círculos con el dedo en la palma de la mano del chico-. Yo soy Emil... ¿Cómo te llamas?
¿Le pondré nervioso? ¿Podré "humillarlo" más? ¿Hasta dónde podría llegar mi habilidad con él? Todas estas preguntas hacían que me pusiese cada vez más nervioso y pensamientos a cada cual más intenso y pervertido surgiesen en mi mente, todos deteniéndose en el acto de penetración, en caso de que él fuese virgen. Voy a hacer que te arrepientas de haberme tratado como alguien inferior.
Emil Wilson- inversor
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/03/2014
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Lo odio indiscutiblemente, pero lo que más odio es la manera en que mi corazón da un salto cuando el bastardo me toma del rostro y pregunta si me siento bien.
No, esto no puede estar pasando, nonono.
Si fuera a ser honesto, y eso es algo que rara vez encuentro motivación para producir, admitiría que consideré -por menos de un segundo, ¿está claro?- la oferta de ir a la enfermería. Con él. En privado. Pero jamás concedería que el hecho de que el lugar prometía una cama fue el motivo principal. Nope, eso no se me ocurrió.
Mierda, mierdamierdamierda.
—N-nooo—apenas logro negar, sacudiendo la cabeza para aclarar mis ideas y para enfatizar el rechazo, es igual. Aprieto los dientes para acallar el degradante gimoteo que ha estado estancado en mi pecho desde que la situación se puso íntima, que me atrevería a señalar fue desde que se volvió para mirarme después de mi horrible, horrible error, que jamás volveré a cometer nunca en la vida. Pero, mira, lo acabo de cometer de nuevo, mi bocaza soltándose libre como en desfile de San Patricio.
Me quiero morir, pero antes, sin duda, lo mataré a él.
Está actuando todo tímido y lindo, maldito cretino eso no engaña a nadie, pero aparentemente mi cuerpo tiene otra opinión, acalorándose con el acercamiento de su rostro al mío y de mis labios escapa un jadeo sorprendido y noooo, mierda, no, no, mátenme, mátenme ahora.
Me toma de la mano.
¡Joder!
Ah. ¿Acaso él...? ¿De verdad se atrevió...?
Siento que voy a estallar, realmente, porque de ninguna manera este infeliz está jugando este juego conmigo. Me muerdo los labios y siento mi cuerpo temblar, no estúpido no por esa caricia que hace contra mi palma cállate de una vez, y estoy más que seguro de que he juntado la energía suficiente para zafarme de este absurdo hechizo.
Aparto su mano de la mía, excepto que la sujeto con más fuerza; empujo su cuerpo con la otra, sólo que empuño su camisa y lo halo hacia mí con desesperación; grito exactamente lo que pienso de sus idioteces desde el fondo de mis pulmones, pero sale como poco menos que un suspiro y menos aún de lo que realmente soy yo.
—Emil...—exhalo con delirio como si el nombre fuera oro puro y no es más que basura—. Y-yo soy...—me alzo sobre las puntas de los pies, tratando de acercar aún más mi rostro al suyo, y qué está pasando, qué estoy haciendo, este no soy yo—... ¿qué me estás haciendo?—logro arrastrar con algo que se parece un poco al yo de verdad, y estoy orgulloso de haberlo logrado, extasiado, y ahora si pudiera dominar mi cuerpo... recargo la cabeza en la curvatura de su cuello, inhalando directamente el estúpido aroma y relajándome en un abrazo que es absolutamente nauseabundo y humillante y por favor -quiero salvar un poco de dignidad-, estoy rezando para que esa presión que siento en el vientre no sea algo sexual. Por favor.
No, esto no puede estar pasando, nonono.
Si fuera a ser honesto, y eso es algo que rara vez encuentro motivación para producir, admitiría que consideré -por menos de un segundo, ¿está claro?- la oferta de ir a la enfermería. Con él. En privado. Pero jamás concedería que el hecho de que el lugar prometía una cama fue el motivo principal. Nope, eso no se me ocurrió.
Mierda, mierdamierdamierda.
—N-nooo—apenas logro negar, sacudiendo la cabeza para aclarar mis ideas y para enfatizar el rechazo, es igual. Aprieto los dientes para acallar el degradante gimoteo que ha estado estancado en mi pecho desde que la situación se puso íntima, que me atrevería a señalar fue desde que se volvió para mirarme después de mi horrible, horrible error, que jamás volveré a cometer nunca en la vida. Pero, mira, lo acabo de cometer de nuevo, mi bocaza soltándose libre como en desfile de San Patricio.
Me quiero morir, pero antes, sin duda, lo mataré a él.
Está actuando todo tímido y lindo, maldito cretino eso no engaña a nadie, pero aparentemente mi cuerpo tiene otra opinión, acalorándose con el acercamiento de su rostro al mío y de mis labios escapa un jadeo sorprendido y noooo, mierda, no, no, mátenme, mátenme ahora.
Me toma de la mano.
¡Joder!
Ah. ¿Acaso él...? ¿De verdad se atrevió...?
Siento que voy a estallar, realmente, porque de ninguna manera este infeliz está jugando este juego conmigo. Me muerdo los labios y siento mi cuerpo temblar, no estúpido no por esa caricia que hace contra mi palma cállate de una vez, y estoy más que seguro de que he juntado la energía suficiente para zafarme de este absurdo hechizo.
Aparto su mano de la mía, excepto que la sujeto con más fuerza; empujo su cuerpo con la otra, sólo que empuño su camisa y lo halo hacia mí con desesperación; grito exactamente lo que pienso de sus idioteces desde el fondo de mis pulmones, pero sale como poco menos que un suspiro y menos aún de lo que realmente soy yo.
—Emil...—exhalo con delirio como si el nombre fuera oro puro y no es más que basura—. Y-yo soy...—me alzo sobre las puntas de los pies, tratando de acercar aún más mi rostro al suyo, y qué está pasando, qué estoy haciendo, este no soy yo—... ¿qué me estás haciendo?—logro arrastrar con algo que se parece un poco al yo de verdad, y estoy orgulloso de haberlo logrado, extasiado, y ahora si pudiera dominar mi cuerpo... recargo la cabeza en la curvatura de su cuello, inhalando directamente el estúpido aroma y relajándome en un abrazo que es absolutamente nauseabundo y humillante y por favor -quiero salvar un poco de dignidad-, estoy rezando para que esa presión que siento en el vientre no sea algo sexual. Por favor.
Nox- Estudiante
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Parece ser que se puso especialmente nervioso cuando fingí preocupación. Tan sencillo... En cierta manera, se puede decir que hasta me da pena, pero con lo que me estoy divirtiendo con ésto a medida que hago que él se sienta más relajado conmigo a la vez que lo hago sentirse humillado -porque no se me ocurre otra palabra para definir el estado de alguien tan egocéntrico que se cree mejor que yo- debido a que le estoy dando una atención que su cuerpo agradece y por la que suplica. ¿Qué estará pensando a medida que su cuerpo va sucumbiendo a lo que su instinto natural le pide? Es más. ¿Será acaso consciente? Tanto si lo está como si no, lo cierto es que me voy a divertir mucho a su costa. Le hago sentirse especialmente bien y le hago estar tremendamente nervioso con la simple cercanía de nuestros cuerpos. Sinceramente, podría decirse que su timidez me hacía excitarme en cierta medida. Aquel temblor me invitaba a ser cada vez más atrevido y pensar en todas las reacciones que tendría a medida que fuese a ser más íntimo con él.
Oh, Dios. No puedo apenas contenerme. ¿Qué haría si lo besase? ¿Se pondría tan nervioso que ni siquiera podría entablar palabra? ¿O quizás correspondería apasionadamente? ¿Y si fuese a acariciarle y sujetarle con fuerza? ¿Se intentaría zafar del agarre? ¿O intentaría hacerlo recíproco debido a que le agradaba? Porque era un hecho que le encanto cuando le acaricié la mano. ¡Qué mono se vio entonces! Es una pena que deba todavía controlarme un poco.
De pronto vino aquel pequeño forcejeo por su parte, provocando lo que al principio era un ejemplo de resistencia a un nuevo acto de completa sumisión hacia mí. Buen intento, pequeña víctima. Pero ahora mismo eres mi presa y como tal deberás comportarte y dejar que yo sea quien te dirija en absoluto. Ése es tu destino. No importa la resistencia que apliques, serás mi herramienta de diversión a tu costa. Pensándolo bien, quizás deberías sentirte hasta elogiado por ser el objeto de diversión de alguien como yo.
Aunque... lo cierto es que te has ganado una medalla a la resistencia. Incluso después de haber caído completamente bajo mis garras invisibles, antes de ello has logrado decir algo coherente. Te felicito por ello. Aunque... Hasta aquí has llegado, pequeño guerrero.
Aprovechando la situación que se había dado en la que él mismo se ofreció voluntario a tomar más de mi aroma una vez más, lo abracé con suavidad, pero con firmeza, evitando que se cayese. Seamos sinceros, lo de evitar que se cayese es cierto, pero lo cierto es que la verdadera razón era que si se caía YO sería el que recibiese el impacto. A ver, sería interesante tenerlo encima de mí y empezar a hacerle caricias, pero el hecho de hacerme daño por haber protegido a otro... Me hacía pensar la posibilidad. Por ahora, simplemente, sonreí y me acerqué a su oreja.
- No te estoy haciendo nada -dije en un susurro suave para ponerlo más nervioso-. ¿Estás seguro de que no quieres ir a la enfermería? Puedo acompañarte si quieres -tras decir aquello, volví a sonreír-. Después de todo, en tu estado no creo que puedas estar solo...
Mis manos se empezaron a deslizar por el cuerpo ajeno, recorriendo su cintura milímetro a milímetro a medida que lo iba acariciando sin ningún tipo de pudor con la pequeña barrera de la ropa. Deposité un pequeño beso en el cuello ajeno ya que estaba perfectamente a tiro. En cierta manera, se podía decir que me lo estaba pidiendo a gritos. Supongo que en el fondo lo agradecerá su cuerpo aunque por dentro me esté maldiciendo. Sigue siendo relativamente consciente de lo que hace. Tras mis manos explorar la superficie de sus laterales, Volví a abrazarme a él. Este tipo de actos me resultaban tan divertidos...
- ¿Y bien? Creo que no te iría mal un pequeño descanso. Me quedaré contigo hasta que estés mejor -internamente, me estaba conteniendo en cierta medida, pero arriesgarme un poco era algo que debía hacer para poder lograr mi objetivo, a pesar de que podría fallar-. No quiero que te sientas mal en absoluto... -tomé su rostro y le hice mirarme-. Si hay algo que pueda hacer, dímelo... -volví a acercar mi rostro, fingiendo preocupación-. Aunque me gustaría saber tu nombre, si no es mucho pedir...
Oh Dios. Cómo me iba a divertir con él como mi objeto.
-----------------
OFF: ¿Por qué siento que Emil es más pervertido de lo que imaginaba...?
Oh, Dios. No puedo apenas contenerme. ¿Qué haría si lo besase? ¿Se pondría tan nervioso que ni siquiera podría entablar palabra? ¿O quizás correspondería apasionadamente? ¿Y si fuese a acariciarle y sujetarle con fuerza? ¿Se intentaría zafar del agarre? ¿O intentaría hacerlo recíproco debido a que le agradaba? Porque era un hecho que le encanto cuando le acaricié la mano. ¡Qué mono se vio entonces! Es una pena que deba todavía controlarme un poco.
De pronto vino aquel pequeño forcejeo por su parte, provocando lo que al principio era un ejemplo de resistencia a un nuevo acto de completa sumisión hacia mí. Buen intento, pequeña víctima. Pero ahora mismo eres mi presa y como tal deberás comportarte y dejar que yo sea quien te dirija en absoluto. Ése es tu destino. No importa la resistencia que apliques, serás mi herramienta de diversión a tu costa. Pensándolo bien, quizás deberías sentirte hasta elogiado por ser el objeto de diversión de alguien como yo.
Aunque... lo cierto es que te has ganado una medalla a la resistencia. Incluso después de haber caído completamente bajo mis garras invisibles, antes de ello has logrado decir algo coherente. Te felicito por ello. Aunque... Hasta aquí has llegado, pequeño guerrero.
Aprovechando la situación que se había dado en la que él mismo se ofreció voluntario a tomar más de mi aroma una vez más, lo abracé con suavidad, pero con firmeza, evitando que se cayese. Seamos sinceros, lo de evitar que se cayese es cierto, pero lo cierto es que la verdadera razón era que si se caía YO sería el que recibiese el impacto. A ver, sería interesante tenerlo encima de mí y empezar a hacerle caricias, pero el hecho de hacerme daño por haber protegido a otro... Me hacía pensar la posibilidad. Por ahora, simplemente, sonreí y me acerqué a su oreja.
- No te estoy haciendo nada -dije en un susurro suave para ponerlo más nervioso-. ¿Estás seguro de que no quieres ir a la enfermería? Puedo acompañarte si quieres -tras decir aquello, volví a sonreír-. Después de todo, en tu estado no creo que puedas estar solo...
Mis manos se empezaron a deslizar por el cuerpo ajeno, recorriendo su cintura milímetro a milímetro a medida que lo iba acariciando sin ningún tipo de pudor con la pequeña barrera de la ropa. Deposité un pequeño beso en el cuello ajeno ya que estaba perfectamente a tiro. En cierta manera, se podía decir que me lo estaba pidiendo a gritos. Supongo que en el fondo lo agradecerá su cuerpo aunque por dentro me esté maldiciendo. Sigue siendo relativamente consciente de lo que hace. Tras mis manos explorar la superficie de sus laterales, Volví a abrazarme a él. Este tipo de actos me resultaban tan divertidos...
- ¿Y bien? Creo que no te iría mal un pequeño descanso. Me quedaré contigo hasta que estés mejor -internamente, me estaba conteniendo en cierta medida, pero arriesgarme un poco era algo que debía hacer para poder lograr mi objetivo, a pesar de que podría fallar-. No quiero que te sientas mal en absoluto... -tomé su rostro y le hice mirarme-. Si hay algo que pueda hacer, dímelo... -volví a acercar mi rostro, fingiendo preocupación-. Aunque me gustaría saber tu nombre, si no es mucho pedir...
Oh Dios. Cómo me iba a divertir con él como mi objeto.
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OFF: ¿Por qué siento que Emil es más pervertido de lo que imaginaba...?
Emil Wilson- inversor
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Todo en mí deja de trabajar por un segundo cuando lo siento rodearme delicadamente, sus brazos firmes y reconfortantes provocando que el aire se atasque en mis pulmones y la mente se me ponga en blanco. Por ese instante no soy consciente de nada más que de una calidez intensa, casi sofocante.
'Se siente bien'.
El pensamiento llega sin palabras o coherencia alguna, y cuando al fin recupero un poco la razón me horroriza que eso no sea del todo provocado por el aroma. Realmente se siente bien; mi cuerpo lo apreciaría aún si no estuviera embriagado de feromonas y eso me aterra sobremanera. Le abrazo de regreso, apretando su torso con fuerza, como si eso fuera a tranquilizarme. Es una pesadilla. Cuando habla de nuevo -un susurro seductor que inconscientemente me provoca un temblor-, apenas logro comprender lo que dice, mi cuerpo reaccionando únicamente a la sensualidad de su voz. Me aparto ligeramente, justo a tiempo para ver su sonrisa y eso me mata.
—No, no, aquí...—ni siquiera sé lo que trato de expresar, sólo sé que se está poniendo muy difícil hacerlo, las palabras saliendo en jadeos asfixiados. Todo va en espiral hacia abajo y estoy cayendo rápido—. Mm, yo...—siempre he estado solo, no te necesito, te odio. Intento forzar las palabras, pero es como si mi lengua hubiera olvidado como evocarlas. Y es mucho peor que una parte de mí sienta que no son del todo ciertas. Patético.
Se me escapa un grito ahogado cuando siento sus manos palmeando mi cintura a través de la camisa. Estupefacto no acabaría de describir cómo me siento en este momento, y el sentimiento sólo crece cuando siento sus labios sobre mi cuello. Oigo un gemido prolongado y me alarma descubrir que provino de mi. Me llevo una mano a la boca, temiendo repetir ese sonido repulsivo.
Cuando me estrecha nuevamente mis ojos se abren tan grandes que siento que se me saldrán de las cuencas, finalmente comprendiendo la imposibilidad de la situación. En este mismo momento no soy más que un prisionero en mi propio cuerpo. Y es horriblemente perturbador que, cuando reparo en ello, siento que me excito aún más, y no creo poder atribuirlo del todo a las feromonas. Suelto un suspiro trepidante, -in-voluntariamente cediendo un poco más en su juego.
—S-sí, quiero, pero--aquí, la enfermería--aquí—digo con dificultad, y aún si me centro en mi voz creo que ni siquiera yo me comprendo. Sólo sé que no quiero tener que moverme, no cuando él está aquí y yo también y parece estúpido que nos movamos. ¿Cuándo me volví tan Neandertal? Y, ya estando en eso, ¿desde cuándo quiero yo algo de él?—. Bien, estoy bien, yo sólo...—aprovecho la cercanía de su rostro para alzar mi mano y acunarla contra su mejilla, acariciando instintivamente la piel. Es muy suave—... Nox--es--así me llamo, Nox—suspiro, y la revelación no me asusta tanto como el conocimiento de que esto ya no es del todo indeseado por mi parte.
Intento deshacerme del último ápice de consciencia apretando los párpados con fuerza. Posiciono mi otra mano, la izquierda, sobre su cuello, subiéndola nerviosamente por su quijada y deteniéndola contra su otra mejilla para así rodear su cara. Inhalo profundamente, mi rostro acercándose ligeramente antes de dar para atrás con ansiedad. Sé lo que estoy tratando de hacer, mi razón escasamente trabajando en este punto, y dudo por eso mismo. Nunca he besado a nadie. Creí que estaba bien con eso, me gustaría creer que todavía lo estoy, pero ahora sólo me hace sentir como un mocoso ingenuo. Abro los ojos lentamente, desviando la mirada de inmediato para no tener que verlo. Sigo odiándolo, eso no ha cambiado, pero ahora...
—M-me gustaría...—deslizo las manos, considerando mejor rodear su cuello con los brazos. Esto sólo es práctica, me digo antes de alzarme lo más posible y apretar sus labios con los míos. Es un beso rápido e inexperto y probablemente incómodo para los dos. Se siente un poco bien, decido al final.
'Se siente bien'.
El pensamiento llega sin palabras o coherencia alguna, y cuando al fin recupero un poco la razón me horroriza que eso no sea del todo provocado por el aroma. Realmente se siente bien; mi cuerpo lo apreciaría aún si no estuviera embriagado de feromonas y eso me aterra sobremanera. Le abrazo de regreso, apretando su torso con fuerza, como si eso fuera a tranquilizarme. Es una pesadilla. Cuando habla de nuevo -un susurro seductor que inconscientemente me provoca un temblor-, apenas logro comprender lo que dice, mi cuerpo reaccionando únicamente a la sensualidad de su voz. Me aparto ligeramente, justo a tiempo para ver su sonrisa y eso me mata.
—No, no, aquí...—ni siquiera sé lo que trato de expresar, sólo sé que se está poniendo muy difícil hacerlo, las palabras saliendo en jadeos asfixiados. Todo va en espiral hacia abajo y estoy cayendo rápido—. Mm, yo...—siempre he estado solo, no te necesito, te odio. Intento forzar las palabras, pero es como si mi lengua hubiera olvidado como evocarlas. Y es mucho peor que una parte de mí sienta que no son del todo ciertas. Patético.
Se me escapa un grito ahogado cuando siento sus manos palmeando mi cintura a través de la camisa. Estupefacto no acabaría de describir cómo me siento en este momento, y el sentimiento sólo crece cuando siento sus labios sobre mi cuello. Oigo un gemido prolongado y me alarma descubrir que provino de mi. Me llevo una mano a la boca, temiendo repetir ese sonido repulsivo.
Cuando me estrecha nuevamente mis ojos se abren tan grandes que siento que se me saldrán de las cuencas, finalmente comprendiendo la imposibilidad de la situación. En este mismo momento no soy más que un prisionero en mi propio cuerpo. Y es horriblemente perturbador que, cuando reparo en ello, siento que me excito aún más, y no creo poder atribuirlo del todo a las feromonas. Suelto un suspiro trepidante, -in-voluntariamente cediendo un poco más en su juego.
—S-sí, quiero, pero--aquí, la enfermería--aquí—digo con dificultad, y aún si me centro en mi voz creo que ni siquiera yo me comprendo. Sólo sé que no quiero tener que moverme, no cuando él está aquí y yo también y parece estúpido que nos movamos. ¿Cuándo me volví tan Neandertal? Y, ya estando en eso, ¿desde cuándo quiero yo algo de él?—. Bien, estoy bien, yo sólo...—aprovecho la cercanía de su rostro para alzar mi mano y acunarla contra su mejilla, acariciando instintivamente la piel. Es muy suave—... Nox--es--así me llamo, Nox—suspiro, y la revelación no me asusta tanto como el conocimiento de que esto ya no es del todo indeseado por mi parte.
Intento deshacerme del último ápice de consciencia apretando los párpados con fuerza. Posiciono mi otra mano, la izquierda, sobre su cuello, subiéndola nerviosamente por su quijada y deteniéndola contra su otra mejilla para así rodear su cara. Inhalo profundamente, mi rostro acercándose ligeramente antes de dar para atrás con ansiedad. Sé lo que estoy tratando de hacer, mi razón escasamente trabajando en este punto, y dudo por eso mismo. Nunca he besado a nadie. Creí que estaba bien con eso, me gustaría creer que todavía lo estoy, pero ahora sólo me hace sentir como un mocoso ingenuo. Abro los ojos lentamente, desviando la mirada de inmediato para no tener que verlo. Sigo odiándolo, eso no ha cambiado, pero ahora...
—M-me gustaría...—deslizo las manos, considerando mejor rodear su cuello con los brazos. Esto sólo es práctica, me digo antes de alzarme lo más posible y apretar sus labios con los míos. Es un beso rápido e inexperto y probablemente incómodo para los dos. Se siente un poco bien, decido al final.
- Oh:
- Dios... no te apures, seguramente se lo pegué yo, ¡mi perversión sobrepasa barreras! Ohmy... tuve que explotar un poco el fetiche de ser dominado de Nox... las cosas no tienen que ponerse serias y estoy casi seguro que no lo harán, pero... *se desangra pensando en las posibilidades*
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
El chico estaba empezando ya a caer por completo bajo mis redes. Estaba actuando tan tremendamente nervioso que se puede decir que estaba provocando un pequeño bulto en mi entrepierna que lentamente iba creciendo. Cualquiera diría que este chico, tan egocéntrico como aparentaba ser, pudiese tan tremendamente adorable una vez se le ve en este estado. Fue especialmente tentador verlo tímido cuando empezó a jadear.
- Ya veo... Quieres estar aquí -dije también en susurros, mordiendo levemente la oreja del chico para tentarlo más-. Como quieras.
Dejé que mientras le daba caricias el chico empezase a perder un poco más la razón y dejarse completamente llevar. Ahora mismo, aunque la intención original con él no era pasármelo bien de esta forma, lo cierto es que poder humillarlo a la vez que le estoy haciendo sentirse extremadamente bien hizo que se dibujase una sonrisa un tanto más lasciva en mi rostro. Me dejé llevar un poco más, no pudiendo evitar volver a besar el cuello del chico en repetidas ocasiones mientras le tenía firmemente sujeto, preso en mi pequeña y dulce trampa. El pensamiento de tener un pequeño objeto de disfrute personal gratuito y que él mismo parezca sentirse tan bien por ello hacía que se viese un plato exquisito, si tuviese que hacer algún comentario en su honor.
Con dificultad parece ser que dijo algo como "no quiero irme a la enfermería. Quiero quedarme aquí contigo", por lo que no quise moverlo. Lo principal es que el siga tomando cada vez más de mi aroma hasta que llegue un momento en que él no pueda parar ya y dejar de extenderlo directamente hacia él. ¿Cómo se sentirá cuando llegue el momento en que esté haciéndole sentir placer y que quiera sentirlo por una razón distinta a aquella excitación que le provocaba de forma "especial".
Nox, que así se llamaba, parecía caer cada vez más. Sonreí y dejé mi rostro apoyarse en su mano a medida que me acariciaba. Sinceramente, estaba bastante sorprendido cuando empezó a acercarse más a mí, abrazándome en cierta medida el cuello con sus brazos y acabé con los ojos abiertos de la sorpresa del acto. No era una actuación si dijese que me quedé un segundo sin hacer nada, por aquella sorpresa. Fue un beso corto y nervioso, probablemente producto de su inexperiencia.
- ¿Fue ése tu primer beso? -pregunté sonriendo-. Lo cierto es que no lo has hecho mal, pero -aferré su cuerpo hacia el mío con un brazo-. Te enseñaré a hacerlo bien.
Acerqué mi rostro al suyo y con la lengua me relamí los labios. Desde luego, iba a pasármelo genial con él, tomando su orgullo y haciéndolo caer un poco en la depravación. Antes de juntar mis labios con los suyos, paseé la lengua por los de él, forzando el camino en su boca a medida que juntaba los labios. A medida que iba dejándome llevar por el placer, fui jugando con la lengua ajena, rodeándola, rozándola con la punta de la mía, acariciando el cielo bucal... En resumen, se puede decir que estuve jugando hasta decir "basta". Todo ello al mismo tiempo que seguía embriagándole con el aroma. Tras separarme, tomé un poco de aire y sonreí de nuevo.
- ¿Y bien? ¿Cómo ha estado? -Acerqué mi rostro a su cuello-. Espero que haya sido de tu agrado...
Y entonces empecé a pasear mi lengua por el cuello ajeno. Tenía un sabor especialmente dulce a medida que iba disfrutando del acto. A medida que iba actuando iba notando como el bulto se iba haciendo cada vez mayor. Pero no iba a avanzar hasta el final. Desgraciadamente, no le he alquilado ni comprado, por lo que se aplica una serie de normas que mencionó mi padre antes de venir. Pero... nunca se dijo que hacer sentir placer implicase una quebrantación de las mismas.
- ¿Se siente bien? -pregunté y después dejé escapar un poco de aire sobre su cuello antes de empezar a besarlo.
- Ya veo... Quieres estar aquí -dije también en susurros, mordiendo levemente la oreja del chico para tentarlo más-. Como quieras.
Dejé que mientras le daba caricias el chico empezase a perder un poco más la razón y dejarse completamente llevar. Ahora mismo, aunque la intención original con él no era pasármelo bien de esta forma, lo cierto es que poder humillarlo a la vez que le estoy haciendo sentirse extremadamente bien hizo que se dibujase una sonrisa un tanto más lasciva en mi rostro. Me dejé llevar un poco más, no pudiendo evitar volver a besar el cuello del chico en repetidas ocasiones mientras le tenía firmemente sujeto, preso en mi pequeña y dulce trampa. El pensamiento de tener un pequeño objeto de disfrute personal gratuito y que él mismo parezca sentirse tan bien por ello hacía que se viese un plato exquisito, si tuviese que hacer algún comentario en su honor.
Con dificultad parece ser que dijo algo como "no quiero irme a la enfermería. Quiero quedarme aquí contigo", por lo que no quise moverlo. Lo principal es que el siga tomando cada vez más de mi aroma hasta que llegue un momento en que él no pueda parar ya y dejar de extenderlo directamente hacia él. ¿Cómo se sentirá cuando llegue el momento en que esté haciéndole sentir placer y que quiera sentirlo por una razón distinta a aquella excitación que le provocaba de forma "especial".
Nox, que así se llamaba, parecía caer cada vez más. Sonreí y dejé mi rostro apoyarse en su mano a medida que me acariciaba. Sinceramente, estaba bastante sorprendido cuando empezó a acercarse más a mí, abrazándome en cierta medida el cuello con sus brazos y acabé con los ojos abiertos de la sorpresa del acto. No era una actuación si dijese que me quedé un segundo sin hacer nada, por aquella sorpresa. Fue un beso corto y nervioso, probablemente producto de su inexperiencia.
- ¿Fue ése tu primer beso? -pregunté sonriendo-. Lo cierto es que no lo has hecho mal, pero -aferré su cuerpo hacia el mío con un brazo-. Te enseñaré a hacerlo bien.
Acerqué mi rostro al suyo y con la lengua me relamí los labios. Desde luego, iba a pasármelo genial con él, tomando su orgullo y haciéndolo caer un poco en la depravación. Antes de juntar mis labios con los suyos, paseé la lengua por los de él, forzando el camino en su boca a medida que juntaba los labios. A medida que iba dejándome llevar por el placer, fui jugando con la lengua ajena, rodeándola, rozándola con la punta de la mía, acariciando el cielo bucal... En resumen, se puede decir que estuve jugando hasta decir "basta". Todo ello al mismo tiempo que seguía embriagándole con el aroma. Tras separarme, tomé un poco de aire y sonreí de nuevo.
- ¿Y bien? ¿Cómo ha estado? -Acerqué mi rostro a su cuello-. Espero que haya sido de tu agrado...
Y entonces empecé a pasear mi lengua por el cuello ajeno. Tenía un sabor especialmente dulce a medida que iba disfrutando del acto. A medida que iba actuando iba notando como el bulto se iba haciendo cada vez mayor. Pero no iba a avanzar hasta el final. Desgraciadamente, no le he alquilado ni comprado, por lo que se aplica una serie de normas que mencionó mi padre antes de venir. Pero... nunca se dijo que hacer sentir placer implicase una quebrantación de las mismas.
- ¿Se siente bien? -pregunté y después dejé escapar un poco de aire sobre su cuello antes de empezar a besarlo.
- OFF:
- ¡Pues te echo las culpas! (?)
Emil Wilson- inversor
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
'Esto está mal', dice alguna parte de mi cerebro, pero estoy teniendo un mal rato comprendiendo el por qué.
Se siente realmente bien; eso no me parece un problema -con todo y ese pedacito de mi ego gritando que lo es, lo es, si se trata de él maldita sea que lo es-. Me siento más y más caliente con cada segundo, y cada vez que habla un escalofrío placentero me recorre el cuerpo, pero eso no se me antoja incorrecto. No, si mucho, y quizá estoy torciendo la lógica en la cuestión -pero a quién le importa-, esto es para lo que me han estado preparando. Entonces es bueno, ¿no? Un poco de práctica, nada más, no es como si fueramos a...
Tengo que morderme la lengua para no soltar un gemido indignante. No, no, esto está mal, y esa es justamente la razón. No se puede, no hay manera... pero aún así.
Su sonrisa cuando me pregunta lo evidente me provoca un suspiro, y el reforzamiento de su agarre hace que me sonroje aún más. Su rostro está tan cercano al mío que puedo oler su aliento, una deliciosa combinación a menta de dentrifico y su propio aroma natural. Mi mirada se centra en su lengua rosada, que primero se pasea por sus labios antes de acariciar los míos, e instintivamente abro los labios para jadear con sorpresa y él aprovecha la oportunidad para entrar en mi boca. Cierro los ojos y me apoyo contra el beso, apretando con más fuerza los brazos alrededor de su cuello. Compartimos un gemido, aunque para este punto no sé si soy yo o él y la verdad no me importa. Esto se siente totalmente diferente, muchísimo mejor a lo que pude haber imaginado. Suelto un leve quejido cuando termina el contacto, pero su voz me regresa a la actualidad y apenas logro contestar algo coherente.
—Eso... eso fue increíble—se acerca peligrosamente a mi cuello y tiemblo con expectación. Me siento mareado, relajado en un nivel alarmante, pero por el momento no puedo pensar más allá de lo bien que se siente—. Mm, oh...
Comienza a lamer la piel a su alcance y me pierdo totalmente. Mi respiración se acelera, se me nubla la visión y, contrariamente, siento que mi boca se está poniendo muy húmeda. Me aprieto aún más contra él, mi muslo rozando por descuido su entrepierna y cuando siento la casi imperceptible dureza mi deseo aumenta absurdamente. Estoy gimiendo como un demente pero apenas soy consciente de este hecho, en lugar de ello busco acercarme más, casi instintivamente acariciando su punto más sensible con mi pierna. Está mal, está mal, pero no me puedo detener.
La suerte, como siempre, parece estar de mi lado, pues justo ahora resuena la melodiosa campana que anuncia el cambio de clase. Esto me despierta un poco, lo suficiente para caer en el hecho de que estamos prácticamente a la vista de todos. Me separo unos pocos centímetros, mi respiración aún increíblemente agitada, pero ya me esoy calmando lo suficiente como para pensar en el problema más inmediato. Aunque también soy consciente de mi propia hinchazón en el área de la entrepierna y de que, en definitiva, no quiero que esto termine así.
Pero no puede terminar como quisiera, tampoco. Decisiones, decisiones.
De reojo encuentro la silueta del almendro que lo comenzó todo, alzado en todo su esplendor, frondoso aún con el otoño encima, y en este momento se me antoja más como refugio que como lugar de siesta improvisada. Me muerdo los labios con indecisión, pero finalmente deslizo los brazos de su cuello y le acaricio con las manos desde los hombros, bajándolas por la extensión de sus delgados brazos hasta entrelazar mis dedos con los suyos.
—¿Quisieras...? ¿Podríamos...?—mis ojos se desvían inconscientemente hacia la figura del árbol, como si eso completara mi pregunta, al tiempo que comienzo a tirar levemente. 'Pero qué estoy haciendo', y puedo decir honestamente que no lo sé.
Se siente realmente bien; eso no me parece un problema -con todo y ese pedacito de mi ego gritando que lo es, lo es, si se trata de él maldita sea que lo es-. Me siento más y más caliente con cada segundo, y cada vez que habla un escalofrío placentero me recorre el cuerpo, pero eso no se me antoja incorrecto. No, si mucho, y quizá estoy torciendo la lógica en la cuestión -pero a quién le importa-, esto es para lo que me han estado preparando. Entonces es bueno, ¿no? Un poco de práctica, nada más, no es como si fueramos a...
Tengo que morderme la lengua para no soltar un gemido indignante. No, no, esto está mal, y esa es justamente la razón. No se puede, no hay manera... pero aún así.
Su sonrisa cuando me pregunta lo evidente me provoca un suspiro, y el reforzamiento de su agarre hace que me sonroje aún más. Su rostro está tan cercano al mío que puedo oler su aliento, una deliciosa combinación a menta de dentrifico y su propio aroma natural. Mi mirada se centra en su lengua rosada, que primero se pasea por sus labios antes de acariciar los míos, e instintivamente abro los labios para jadear con sorpresa y él aprovecha la oportunidad para entrar en mi boca. Cierro los ojos y me apoyo contra el beso, apretando con más fuerza los brazos alrededor de su cuello. Compartimos un gemido, aunque para este punto no sé si soy yo o él y la verdad no me importa. Esto se siente totalmente diferente, muchísimo mejor a lo que pude haber imaginado. Suelto un leve quejido cuando termina el contacto, pero su voz me regresa a la actualidad y apenas logro contestar algo coherente.
—Eso... eso fue increíble—se acerca peligrosamente a mi cuello y tiemblo con expectación. Me siento mareado, relajado en un nivel alarmante, pero por el momento no puedo pensar más allá de lo bien que se siente—. Mm, oh...
Comienza a lamer la piel a su alcance y me pierdo totalmente. Mi respiración se acelera, se me nubla la visión y, contrariamente, siento que mi boca se está poniendo muy húmeda. Me aprieto aún más contra él, mi muslo rozando por descuido su entrepierna y cuando siento la casi imperceptible dureza mi deseo aumenta absurdamente. Estoy gimiendo como un demente pero apenas soy consciente de este hecho, en lugar de ello busco acercarme más, casi instintivamente acariciando su punto más sensible con mi pierna. Está mal, está mal, pero no me puedo detener.
La suerte, como siempre, parece estar de mi lado, pues justo ahora resuena la melodiosa campana que anuncia el cambio de clase. Esto me despierta un poco, lo suficiente para caer en el hecho de que estamos prácticamente a la vista de todos. Me separo unos pocos centímetros, mi respiración aún increíblemente agitada, pero ya me esoy calmando lo suficiente como para pensar en el problema más inmediato. Aunque también soy consciente de mi propia hinchazón en el área de la entrepierna y de que, en definitiva, no quiero que esto termine así.
Pero no puede terminar como quisiera, tampoco. Decisiones, decisiones.
De reojo encuentro la silueta del almendro que lo comenzó todo, alzado en todo su esplendor, frondoso aún con el otoño encima, y en este momento se me antoja más como refugio que como lugar de siesta improvisada. Me muerdo los labios con indecisión, pero finalmente deslizo los brazos de su cuello y le acaricio con las manos desde los hombros, bajándolas por la extensión de sus delgados brazos hasta entrelazar mis dedos con los suyos.
—¿Quisieras...? ¿Podríamos...?—mis ojos se desvían inconscientemente hacia la figura del árbol, como si eso completara mi pregunta, al tiempo que comienzo a tirar levemente. 'Pero qué estoy haciendo', y puedo decir honestamente que no lo sé.
- Uh:
- ¿Perdón...? Esto se está poniendo... eh... pero, eh... uhh, sí *huye dejando a su paso un rastro de sangre nasal*.
Nox- Estudiante
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Aquel beso fue una clara muestra de la inexperiencia del chico junto con mi confirmación de que aquel fue su primer beso. Era claro entonces: era virgen. Debía tener cuidado con él a medida que jugaba con él. Nada de tomarlo. El gemido del chico me hizo excitarme un poco más de lo normal y no pude evitar sonreír cuando admitió que le gustó. Cada gesto que hacía debido a mi acto y el hecho de que me pedía cada vez más y más hacía que cierta parte del cuerpo despertase cada vez más.
Sinceramente, no me percaté de que estabamos en medio de la gente hasta que él se separó de mi y desvió el chico la mirada. Una sonrisa ladina se formó en mi rostro y accedí con un pequeño beso en los labios del chico.
Lo llevé hasta el lugar y me aseguré de usarlo como un escondite para que no fuésemos vistos. Era cierto que me había cortado el rollo, pero lo cierto es que ahora podía disfrutar hasta un punto más alla de su timidez y nerviosismo. A juzgar por cómo está... Creo que... Sí. no es mala idea.
Una vez llegamos, el aroma volvió a resugir a medida que lo volvía a besar en los labios mientras le hacía apoyarse en el árbol, aprisionándolo al tomar las muñecas ajenas con una mano. ¿A dónde fue dirigida la otra? Pues primero cabe destacar que estuvo acariciando el cuello del chico con el reverso de la mano. Después lo tomé con mucha suavidad a medida que la mano fue bajando lentamente. Mientras lo hacía, mis labios fueron dirigidos al cuello del chico para realizar pequeñas mordidas con cuidado de no hacerle daño y pequeños dibujos productos de cómo iba paseando la lengua por el cuello del chico.
La mano llegó a su destino. Empecé a tener contacto con la entrepierna ajena, viendo que estaba un tanto excitado. Apreté un poco el contacto mientras una sonrisa pervertida se dibujaba en mi rostro. Mi rostro, por otro lado, avanzó hacia la oreja del chico mientras le hacía una labor por abajo a medida que con la lengua empecé a saborear su oreja. Era muy dulce... Probablemente me quedé medio minuto haciéndolo mientras mi asunto se hacía cada vez más notorio, hasta que hubo un momento en que le miré a los ojos, parando todo acto.
- Quítate la ropa -ordené, aflojando el agarre de sus muñecas para que pudiese hacerlo-. Te haré sentirte mucho mejor de lo que ahora te sientes y te permitiré tocarme -sonreí y tomé una mano del chico y la llevé a mi entrepierna-. ¿No tienes curiosidad por saber cómo se siente? -me relamí los labios a medida que lo decía.
Pienso hacerle sentirse genial hasta que, cuando se vaya a llegar al climax, le recuerde quién manda aquí. Sin embargo, seguiré jugando con él sin llegar ahí. Después de todo, él es mi juguete sexual ahora mismo hasta que encuentre algo mejor. ¿Lo más interesante de todo esto? Que era gratis.
Sinceramente, no me percaté de que estabamos en medio de la gente hasta que él se separó de mi y desvió el chico la mirada. Una sonrisa ladina se formó en mi rostro y accedí con un pequeño beso en los labios del chico.
Lo llevé hasta el lugar y me aseguré de usarlo como un escondite para que no fuésemos vistos. Era cierto que me había cortado el rollo, pero lo cierto es que ahora podía disfrutar hasta un punto más alla de su timidez y nerviosismo. A juzgar por cómo está... Creo que... Sí. no es mala idea.
Una vez llegamos, el aroma volvió a resugir a medida que lo volvía a besar en los labios mientras le hacía apoyarse en el árbol, aprisionándolo al tomar las muñecas ajenas con una mano. ¿A dónde fue dirigida la otra? Pues primero cabe destacar que estuvo acariciando el cuello del chico con el reverso de la mano. Después lo tomé con mucha suavidad a medida que la mano fue bajando lentamente. Mientras lo hacía, mis labios fueron dirigidos al cuello del chico para realizar pequeñas mordidas con cuidado de no hacerle daño y pequeños dibujos productos de cómo iba paseando la lengua por el cuello del chico.
La mano llegó a su destino. Empecé a tener contacto con la entrepierna ajena, viendo que estaba un tanto excitado. Apreté un poco el contacto mientras una sonrisa pervertida se dibujaba en mi rostro. Mi rostro, por otro lado, avanzó hacia la oreja del chico mientras le hacía una labor por abajo a medida que con la lengua empecé a saborear su oreja. Era muy dulce... Probablemente me quedé medio minuto haciéndolo mientras mi asunto se hacía cada vez más notorio, hasta que hubo un momento en que le miré a los ojos, parando todo acto.
- Quítate la ropa -ordené, aflojando el agarre de sus muñecas para que pudiese hacerlo-. Te haré sentirte mucho mejor de lo que ahora te sientes y te permitiré tocarme -sonreí y tomé una mano del chico y la llevé a mi entrepierna-. ¿No tienes curiosidad por saber cómo se siente? -me relamí los labios a medida que lo decía.
Pienso hacerle sentirse genial hasta que, cuando se vaya a llegar al climax, le recuerde quién manda aquí. Sin embargo, seguiré jugando con él sin llegar ahí. Después de todo, él es mi juguete sexual ahora mismo hasta que encuentre algo mejor. ¿Lo más interesante de todo esto? Que era gratis.
- Spoiler:
- Una pena que sea virgen y que Emil no se atreva a hacerle nada... xD
Emil Wilson- inversor
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Fecha de inscripción : 06/03/2014
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Ah, esto es todo.
Esto realmente está pasando. Aquí, en el jardín del colegio, detrás del almendro, está pasando. Me tiene contra el grueso tallo del árbol, besándome con esa maldita boca talentosa -y su lengua, Dios, no sabía que podía amar tanto una lengua hasta ahora-, la leve presión en mis muñecas excitándome sobremanera -estoy seguro de que eso no debería ser- y yo no sé si apoyarme en la superficie o pegarme más a su cuerpo porque, aunque necesito el soporte, también necesito más contacto. Esto es tan injusto.
Me muerdo los labios para no gritar cuando su mano comienza a palmear mi no-tan-sutil erección, e inconscientemente empujo las caderas para forzar más presión en la zona, las pequeñas mordidas en mi cuello haciendo todo aún más cegadoramente placentero. Un suave resoplido contra mi oreja me pone todavía peor. Mis labios se separan sin darme cuenta, soltando jadeos golpeados hasta que, de vez en cuando, me doy cuenta y vuelvo a apretarlos. Es un círculo estúpido, pero no paro hasta que Emil detiene sus caricias. Suelto un suspiro, no sé si aliviado o frustrado, pero cuando escucho su orden mi corazón salta tan fuerte que lo siento en la garganta, asfixiándome.
—Ah, n-no--mm—callo mis protestas porque, ¿qué tal si cuando las expreso, todo termina? Y su voz sonó tan autoritaría, y ¿por qué me excita eso? Cuando continua, diciendo esas palabras tan sugerentes, no puedo evitar gemir quedito ante las imágenes que se me vienen a la cabeza. Guía mi mano hacia su entrepierna y ya no hay marcha atrás. La aprieto sin pensarlo, masajeando lentamente. ¿Cómo será debajo de la ropa? ¿C-cuál será su... sabor? Ah—. Sí... sí, p--mmn—me callo antes de hacer algo vergonzoso y estúpido como suplicar, aunque no me detengo a analizar si hacerle un trabajo manual a un casi desconocido no entra en esa categoría.
Realmente quisiera continuar tocándole, pero también siento el inexplicable deseo de obedecer a su orden, por lo que a regañadientes me alejo un poco y llevo mis manos temblorosas hacia los botones de mi camisa.
Nunca pensé que desvestirme fuera complicado, pero en este momento absolutamente lo es.
Decido no quitarme la camisa, aún después de desabotonarla. Por lógica estúpida siento que, si nos encontraran en alguna situación incriminadora -¿y qué es esto si no incriminador?-, la prenda podría ayudar a convencerles de que el asunto no ha ido tan lejos. Además me ayudaría a cubrirme un poco. Me desabrocho los pantalones y, cerrando los ojos fuertemente a modo de darme valor, los bajo con torpeza hasta los tobillos, improvisadamente deshaciéndome de mis botines en el trayecto. Trato de no prestar atención a la palidez cadavérica de mi piel o a las cicatrices contrastantes que adornan mis muslos y pantorrillas. Tengo cinco; dos puñaladas con cuchillo, dos con vidrio cortado y una con destornillador. Los humanos son recios cuando no quieren perder un juego.
Avanzo fuera de las prendas, quedándome sólo con la camisa abierta y mi ropa interior. Creo que nunca me había expuesto tanto ante alguien ajeno y me siento un poco acomplejado. Cruzo los brazos sobre el pecho y centro la vista en el césped, sintiendo el rostro completamente caliente y una bola dura de verguenza asentándose en mi estómago. No estoy seguro si quitarme los bóxers o no, así que disimuladamente le envío una mirada interrogante. Entonces reparo en algo.
—Tú también...—el murmullo resulta suave y suplicante, contrario a la indignada propuesta que pretendía hacer. Me lamo los labios, que se han puesto muy secos, y continúo—. ¿Te quitarás la ropa, también? Quisiera...—me muerdo la lengua, pero mis orbes carmesí bajan culpables a ojear el ahora evidente bulto en sus vaqueros—. M-me gustaría probar algo.
Me doy cuenta muy tarde de que lo parafraseé mal o, quizá, demasiado correctamente. No espero su respuesta, en vez de ello decidiendo tomar la iniciativa por un momento, y avanzo hasta quedar a escasos centímetros. Me arrodillo frente a él con movimientos aturdidos, colocando ambas manos sobre la línea de sus pantalones, alzando la mirada para verle a los ojos. Desde aquí percibo el aroma intenso de la sexualidad y suelto un gemido suave, sintiendo mi boca salivar. No recuerdo haber sido tan atrevido antes, pero con esta sensación doy un beso experimental a su erección por sobre la tela, observando su reacción en todo momento. En este punto, no creo que haya ni una parte de mí que no quiera esto, y no estoy seguro de que eso sea algo totalmente malo.
Esto realmente está pasando. Aquí, en el jardín del colegio, detrás del almendro, está pasando. Me tiene contra el grueso tallo del árbol, besándome con esa maldita boca talentosa -y su lengua, Dios, no sabía que podía amar tanto una lengua hasta ahora-, la leve presión en mis muñecas excitándome sobremanera -estoy seguro de que eso no debería ser- y yo no sé si apoyarme en la superficie o pegarme más a su cuerpo porque, aunque necesito el soporte, también necesito más contacto. Esto es tan injusto.
Me muerdo los labios para no gritar cuando su mano comienza a palmear mi no-tan-sutil erección, e inconscientemente empujo las caderas para forzar más presión en la zona, las pequeñas mordidas en mi cuello haciendo todo aún más cegadoramente placentero. Un suave resoplido contra mi oreja me pone todavía peor. Mis labios se separan sin darme cuenta, soltando jadeos golpeados hasta que, de vez en cuando, me doy cuenta y vuelvo a apretarlos. Es un círculo estúpido, pero no paro hasta que Emil detiene sus caricias. Suelto un suspiro, no sé si aliviado o frustrado, pero cuando escucho su orden mi corazón salta tan fuerte que lo siento en la garganta, asfixiándome.
—Ah, n-no--mm—callo mis protestas porque, ¿qué tal si cuando las expreso, todo termina? Y su voz sonó tan autoritaría, y ¿por qué me excita eso? Cuando continua, diciendo esas palabras tan sugerentes, no puedo evitar gemir quedito ante las imágenes que se me vienen a la cabeza. Guía mi mano hacia su entrepierna y ya no hay marcha atrás. La aprieto sin pensarlo, masajeando lentamente. ¿Cómo será debajo de la ropa? ¿C-cuál será su... sabor? Ah—. Sí... sí, p--mmn—me callo antes de hacer algo vergonzoso y estúpido como suplicar, aunque no me detengo a analizar si hacerle un trabajo manual a un casi desconocido no entra en esa categoría.
Realmente quisiera continuar tocándole, pero también siento el inexplicable deseo de obedecer a su orden, por lo que a regañadientes me alejo un poco y llevo mis manos temblorosas hacia los botones de mi camisa.
Nunca pensé que desvestirme fuera complicado, pero en este momento absolutamente lo es.
Decido no quitarme la camisa, aún después de desabotonarla. Por lógica estúpida siento que, si nos encontraran en alguna situación incriminadora -¿y qué es esto si no incriminador?-, la prenda podría ayudar a convencerles de que el asunto no ha ido tan lejos. Además me ayudaría a cubrirme un poco. Me desabrocho los pantalones y, cerrando los ojos fuertemente a modo de darme valor, los bajo con torpeza hasta los tobillos, improvisadamente deshaciéndome de mis botines en el trayecto. Trato de no prestar atención a la palidez cadavérica de mi piel o a las cicatrices contrastantes que adornan mis muslos y pantorrillas. Tengo cinco; dos puñaladas con cuchillo, dos con vidrio cortado y una con destornillador. Los humanos son recios cuando no quieren perder un juego.
Avanzo fuera de las prendas, quedándome sólo con la camisa abierta y mi ropa interior. Creo que nunca me había expuesto tanto ante alguien ajeno y me siento un poco acomplejado. Cruzo los brazos sobre el pecho y centro la vista en el césped, sintiendo el rostro completamente caliente y una bola dura de verguenza asentándose en mi estómago. No estoy seguro si quitarme los bóxers o no, así que disimuladamente le envío una mirada interrogante. Entonces reparo en algo.
—Tú también...—el murmullo resulta suave y suplicante, contrario a la indignada propuesta que pretendía hacer. Me lamo los labios, que se han puesto muy secos, y continúo—. ¿Te quitarás la ropa, también? Quisiera...—me muerdo la lengua, pero mis orbes carmesí bajan culpables a ojear el ahora evidente bulto en sus vaqueros—. M-me gustaría probar algo.
Me doy cuenta muy tarde de que lo parafraseé mal o, quizá, demasiado correctamente. No espero su respuesta, en vez de ello decidiendo tomar la iniciativa por un momento, y avanzo hasta quedar a escasos centímetros. Me arrodillo frente a él con movimientos aturdidos, colocando ambas manos sobre la línea de sus pantalones, alzando la mirada para verle a los ojos. Desde aquí percibo el aroma intenso de la sexualidad y suelto un gemido suave, sintiendo mi boca salivar. No recuerdo haber sido tan atrevido antes, pero con esta sensación doy un beso experimental a su erección por sobre la tela, observando su reacción en todo momento. En este punto, no creo que haya ni una parte de mí que no quiera esto, y no estoy seguro de que eso sea algo totalmente malo.
- ASDFASDF:
- ¡LO. LA. MENTO! Uwah, esto... en serio va muy asdfgasd *babea un río*. Creo, uh, quizá deberías, eh... ¿modificar el título? Agregar un (+18) o algo... esto definitivamente ya no se está viendo amigable para todos los públicos *secretamente orgulloso de tener su primer post cachondón*.
Nox- Estudiante
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Localización : No bajo tu cama, definitivamente no ahí.
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Sus seguidas reacciones al estar recibiendo la atención me hacían tener más ganas de seguir. Quién sabe, puede que acabe volviendo a relacionarme con él para repetir ésto. Por supuesto, gratuitamente. Después de todo, sus jadeos y suspiros llenos de placer me compraron, si tuviese que decirlo de alguna forma. Además, cabe destacar que averigué que le gusta recibir cierta autoridad... Curioso, si uno lo pinesa. ¿Cómo me di cuenta? La razón es porque empezó a estar más y más nervioso a medida que pensaba lo que le ordené. ¡Y Dios mío! ¡Qué tentador era verle tan tímido! Especialmente cuando se deja llevar apretando mi entrepierna, a lo que respondo con un pequeño gemido.
Estuve relamiéndome los labios a medida que se iba desvistiendo el chico. Mi erección empezó a ser cada vez más notoria y empezaba a sentir un calor muy agradable por el resto de mi cuerpo con solo imaginarme qué cosas podría hacerle para hacerlo sentirse especialmente bien y humillado. Más aún fue cuando el chico me pregunto tímidamente si me desnudaría también. Pero lo mejor fue cuando dijo que quería probar algo de una cosa que estaba en mi ropa. ¿Tan directo?
Y sí. Lo era. El beso que dio me hizo exhalar un suspiro de placer. Extrañamente me había sentado muy bien el que me besase ahí.
-Muy bien... -Dije-. Te dejaré probar todo lo que quieras si cumples una condición...
Sin embargo, iba a ser una sesión un tanto especial. A medida que me fui quitando la chaqueta y, después, la camisa, fui moviendo la cadera, tentando al chico al ir acercando y alejando la entrepierna. Probablemente los estudiantes de Somerset podrían hacerlo mejor, entre otras cosas porque estarían más acostumbrados a ello y tendrían más experiencia pero, considerando que ésta es la primera vez que él tiene este tipo de relación, creo que será más que suficiente por ahora.
Una vez me había quitado la parte de arriba, ya que yo no tenía problema en desvestirme por completo, llevé las manos a mi cintura y empecé a bajar lentamente los pantalones, de forma que podría extender más el tiempo en el que excitase y tentase al chico. Tras deshacerme de esa prenda, la erección era mucho más notoria a pesar de estar bajo la ropa interior. Con la entrepierna toque los labios del chico.
- ¿Quieres probarlo? -sonreí-. Si quieres, tendrás que pedírmelo por favor. De lo contrario... -volví a pasearla cerca de su rostro-. Te quedarás sin saber que su sabor es muy placentero...
Aprovechando que, a juzgar por cómo iba reaccionando, debería estar un tanto hipnotizado por mí, empecé a dirigir el aroma que aun no había tomado a la entrepierna, con el fin de tentarlo aún más. Además, por si se ocurriese decir que no, hice presión con las manos en sus hombros.
- ¿Y bien, Nox? ¿No quieres saberlo? -volví a realizar el movimiento de caderas delante de él con el fin de tentarlo más y acerqué la entrepierna a su boca para después alejarla-. Sería una pena que no lo supieras...
Estuve relamiéndome los labios a medida que se iba desvistiendo el chico. Mi erección empezó a ser cada vez más notoria y empezaba a sentir un calor muy agradable por el resto de mi cuerpo con solo imaginarme qué cosas podría hacerle para hacerlo sentirse especialmente bien y humillado. Más aún fue cuando el chico me pregunto tímidamente si me desnudaría también. Pero lo mejor fue cuando dijo que quería probar algo de una cosa que estaba en mi ropa. ¿Tan directo?
Y sí. Lo era. El beso que dio me hizo exhalar un suspiro de placer. Extrañamente me había sentado muy bien el que me besase ahí.
-Muy bien... -Dije-. Te dejaré probar todo lo que quieras si cumples una condición...
Sin embargo, iba a ser una sesión un tanto especial. A medida que me fui quitando la chaqueta y, después, la camisa, fui moviendo la cadera, tentando al chico al ir acercando y alejando la entrepierna. Probablemente los estudiantes de Somerset podrían hacerlo mejor, entre otras cosas porque estarían más acostumbrados a ello y tendrían más experiencia pero, considerando que ésta es la primera vez que él tiene este tipo de relación, creo que será más que suficiente por ahora.
Una vez me había quitado la parte de arriba, ya que yo no tenía problema en desvestirme por completo, llevé las manos a mi cintura y empecé a bajar lentamente los pantalones, de forma que podría extender más el tiempo en el que excitase y tentase al chico. Tras deshacerme de esa prenda, la erección era mucho más notoria a pesar de estar bajo la ropa interior. Con la entrepierna toque los labios del chico.
- ¿Quieres probarlo? -sonreí-. Si quieres, tendrás que pedírmelo por favor. De lo contrario... -volví a pasearla cerca de su rostro-. Te quedarás sin saber que su sabor es muy placentero...
Aprovechando que, a juzgar por cómo iba reaccionando, debería estar un tanto hipnotizado por mí, empecé a dirigir el aroma que aun no había tomado a la entrepierna, con el fin de tentarlo aún más. Además, por si se ocurriese decir que no, hice presión con las manos en sus hombros.
- ¿Y bien, Nox? ¿No quieres saberlo? -volví a realizar el movimiento de caderas delante de él con el fin de tentarlo más y acerqué la entrepierna a su boca para después alejarla-. Sería una pena que no lo supieras...
- Spoiler:
- Esto se está yendo de las manos... Pero lo curioso es que éste es el primer tema +18 del foro -se siente orgulloso (?)-
Emil Wilson- inversor
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 06/03/2014
Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Me da su aprobación y me siento tan extasiado y satisfecho que creo que me odiaré más tarde por eso, más aún porque sospecho que estoy sonriendo como un mocoso en una dulcería. Me advierte que hay una condición y asiento la cabeza con entusiasmo, todavía drogado de euforia. Lo que sea que pida no podría ser peor que forzarme a parar ahora, razono, y en este instante me parece un buen argumento.
Cuando comienza a desvestirse instintivamente me inclino un poco hacia atrás, intentando absorver todo lo que haya para ver, pero cuando acerca su entrepierna hacia mí toda mi atención se centra en ese punto. Comienza un ligero vaivén y siento que el aire se atasca en mi garganta, el movimiento inyectando imágenes sugerentes en mi cerebro. Unos dedos largos y finos se deslizan y sujetan la boca de los vaqueros, donde aún descansan mis propias manos, y finalmente alzo la mirada para descubrir que su torso está completamente desnudo. Me separo levemente para ofrecerle espacio. Si va a hacer lo que creo, no me gustaría retrasarlo o estorbar.
Pronto sus pantalones son retirados, y el potente aroma de su sexo se vuelve completamente irresistible. Trago con dificultad, mi boca produciendo un arsenal de saliva para este punto. Me muero por probarlo. Hasta ahora sólo sé lo que he visto en clase, y en referencia al sexo oral sólo he tenido una lección teórica. Y estuvo esa tarea estúpida de practicar con un vegetal largo pero jamás lo hice, adivinando que el sabor sería suficiente para provocarme el vómito. Pero parece que el sabor del objeto real no me molesta en absoluto; incluso lo anhelo. Se acerca aún más, su entrepierna rozando mis labios levemente e inmediatamente presiono contra ella, gimiendo silencioso al contacto. Levanto la mirada cuando escucho su voz de nueva cuenta, y cuando respondo mi tono se aprecia decididamente más ronco.
—Sí, quiero...—está jugando conmigo. Me gustaría enfurecer como antes, golpearlo por esperar algo tan ofensivo como lo que pide. Básicamente quiere que le ruegue para que me deje hacer algo que obviamente él también desea que haga, y mi orgullo es usualmente demasiado grande para caer en eso. Pero eso mismo me está calentando aún más, como si mi humillación fuera un placer masoquista, y creo que de eso se trata justamente—. Mm, s-sí...—me mantiene sujeto de los hombros, presionado contra el suelo, el aroma enloquecedor cada vez más y más fuerte y todo es tan placentero e intenso que siento que estoy en un sueño particularmente lúcido.
Posiciono mis manos sobre sus caderas en un intento por detener el vaivén, apretando los labios contra su erección cubierta y tanteando una lamida por sobre la tela, mojándola ligeramente. Jadeo un poco, y a pesar de que el algodón no deja pasar el gusto en su totalidad encuentro que es positivamente adictivo. Odiaría irme de aquí sin haberlo experimentado directamente, y con sólo imaginarme la textura siento que me recorre un escalofrío deleitable.
—Por favor—suspiro sin pensarlo, pero una vez que está expreso me resulta más fácil continuar—. Por favor, me gustaría probarlo, quisiera...—soplo suavemente por sobre la tela, adivinando que la ligera humedad en ella combinada con el calor de mi aliento dará un efecto placentero—. Por favor—suelto un quejido ante la cruel posibilidad de una negativa, frotando mi mejilla contra su entrepierna y exhalando satisfecho ante su dureza—. Puedes hacer lo que quieras después—intento negociar, lo que desde fuera parecería ridículo pues el chico ha estado haciendo todo a su antojo desde el principio, pero tiempos desesperados...—. Y te prometo que no le diré a nadie, así que...
Estoy perdido, pero ya he decidido que ahora mismo no me interesa. Nuevamente doy una lamida a la rigidez cubierta, esta vez más confiado, y comienzo a hacer círculos con la lengua en la extensión. Cuando llego a la punta de la erección sobre la tela trato de rodearla con los labios, chupando un poco en un intento de volverlo loco, aunque creo que es un arma de doble filo. Suelto un gemido a través de la prenda y casi siento la vibración en la piel ajena, lo que me pone aún más. Automáticamente llevo mi mano a mi propia dureza, presionando suavemente para calmarla y sólo empeorando las cosas. Utilizo la otra mano para sujetar el borde de sus interiores, deseando más que nada deshacerme de ellos ahora mismo, y alzo la mirada para encontrar sus ojos, esperando descubrir aceptación en ellos.
Estoy tan perdido.
Cuando comienza a desvestirse instintivamente me inclino un poco hacia atrás, intentando absorver todo lo que haya para ver, pero cuando acerca su entrepierna hacia mí toda mi atención se centra en ese punto. Comienza un ligero vaivén y siento que el aire se atasca en mi garganta, el movimiento inyectando imágenes sugerentes en mi cerebro. Unos dedos largos y finos se deslizan y sujetan la boca de los vaqueros, donde aún descansan mis propias manos, y finalmente alzo la mirada para descubrir que su torso está completamente desnudo. Me separo levemente para ofrecerle espacio. Si va a hacer lo que creo, no me gustaría retrasarlo o estorbar.
Pronto sus pantalones son retirados, y el potente aroma de su sexo se vuelve completamente irresistible. Trago con dificultad, mi boca produciendo un arsenal de saliva para este punto. Me muero por probarlo. Hasta ahora sólo sé lo que he visto en clase, y en referencia al sexo oral sólo he tenido una lección teórica. Y estuvo esa tarea estúpida de practicar con un vegetal largo pero jamás lo hice, adivinando que el sabor sería suficiente para provocarme el vómito. Pero parece que el sabor del objeto real no me molesta en absoluto; incluso lo anhelo. Se acerca aún más, su entrepierna rozando mis labios levemente e inmediatamente presiono contra ella, gimiendo silencioso al contacto. Levanto la mirada cuando escucho su voz de nueva cuenta, y cuando respondo mi tono se aprecia decididamente más ronco.
—Sí, quiero...—está jugando conmigo. Me gustaría enfurecer como antes, golpearlo por esperar algo tan ofensivo como lo que pide. Básicamente quiere que le ruegue para que me deje hacer algo que obviamente él también desea que haga, y mi orgullo es usualmente demasiado grande para caer en eso. Pero eso mismo me está calentando aún más, como si mi humillación fuera un placer masoquista, y creo que de eso se trata justamente—. Mm, s-sí...—me mantiene sujeto de los hombros, presionado contra el suelo, el aroma enloquecedor cada vez más y más fuerte y todo es tan placentero e intenso que siento que estoy en un sueño particularmente lúcido.
Posiciono mis manos sobre sus caderas en un intento por detener el vaivén, apretando los labios contra su erección cubierta y tanteando una lamida por sobre la tela, mojándola ligeramente. Jadeo un poco, y a pesar de que el algodón no deja pasar el gusto en su totalidad encuentro que es positivamente adictivo. Odiaría irme de aquí sin haberlo experimentado directamente, y con sólo imaginarme la textura siento que me recorre un escalofrío deleitable.
—Por favor—suspiro sin pensarlo, pero una vez que está expreso me resulta más fácil continuar—. Por favor, me gustaría probarlo, quisiera...—soplo suavemente por sobre la tela, adivinando que la ligera humedad en ella combinada con el calor de mi aliento dará un efecto placentero—. Por favor—suelto un quejido ante la cruel posibilidad de una negativa, frotando mi mejilla contra su entrepierna y exhalando satisfecho ante su dureza—. Puedes hacer lo que quieras después—intento negociar, lo que desde fuera parecería ridículo pues el chico ha estado haciendo todo a su antojo desde el principio, pero tiempos desesperados...—. Y te prometo que no le diré a nadie, así que...
Estoy perdido, pero ya he decidido que ahora mismo no me interesa. Nuevamente doy una lamida a la rigidez cubierta, esta vez más confiado, y comienzo a hacer círculos con la lengua en la extensión. Cuando llego a la punta de la erección sobre la tela trato de rodearla con los labios, chupando un poco en un intento de volverlo loco, aunque creo que es un arma de doble filo. Suelto un gemido a través de la prenda y casi siento la vibración en la piel ajena, lo que me pone aún más. Automáticamente llevo mi mano a mi propia dureza, presionando suavemente para calmarla y sólo empeorando las cosas. Utilizo la otra mano para sujetar el borde de sus interiores, deseando más que nada deshacerme de ellos ahora mismo, y alzo la mirada para encontrar sus ojos, esperando descubrir aceptación en ellos.
Estoy tan perdido.
- RIP:
- Estoy muerto. He morido desangrado. Fue una buena vida.
Nox- Estudiante
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Como bien deduje, Nox ya había caído completamente ante mi aroma y ahora estaba a mi completa merced. El haberme movido mientras hacía lo que me pidió influyó bastante. Además, puede ser que sea consciente de que estoy jugando con él. Sin embargo, no me esperé que antes de que me pidiese el permiso "probase" lo que le estaba ofreciendo aunque fuese de forma indirecta. Fruncí el ceño, evitando suspirar ante eso a medida que mi cuerpo experimento un pequeño calentamiento.
Después, sin embargo, empezó la súplica del chico. Una sonrisa un tanto pervertida se dibujó en mi rostro a medida que se ofrecía por completo a mí con el fin de poder tomar éso. Su desesperación y su deseo me hicieron acariciarle el cabello. Así que puedo hacer lo que quiera y él no le dirá a nadie qué hemos hecho...
Antes de que pudiese sopesar la oferta del chico ya había vuelto a la carga. Un suspiro se escapó de mis labios a medida que iba recibiendo tratos de él. ¡Joder! ¡Para ser un novato en ésto no lo hace nada mal! ¿Le habran enseñado en Somerset? De ser así... ¿cómo será un experto? Pero bueno, ésa no es la cuestión ahora mismo. La cuestión es que debo intentar aguantar lo posible ahora mismo. Introduce la punta de mi entrepierna entre sus labios. El gemido vuelve a surgir a medida que me aferraba más a él con fuerza. No lo hace nada mal...
Se detiene. Parece pedir que quite lo que queda de ropa sin decir nada. Ya ni lo pienso. Ante aquella mirada llena de deseo y estando yo deseoso también de saber hasta dónde puede ser capaz, asentí y me alejé un poco de él. Sin embargo, puse una mano en sus ojos para que no me viese hacerlo a medida que me deshacía de la última prenda con la mano libre. ¿Por qué lo hice? Probablemente porque me sentía un poco vulnerable por este novato...
- Voy a quitar la mano -anuncié.
¿Por qué estaba ahora tan tímido yo? Si no fuese porque ya puedo hacer lo que quiera sin ningún tipo de control por ello (salvo lo obvio. No quiero que lo expulsen), jamás le habría dejado a él ser quien me pusiese así de nervioso a mí. Y lo peor es que eso se podía notar en todo mi cuerpo, que lo aceptaba con total naturalidad. Me acerqué un poco al chico, quedando la entrepierna a pocos centímetros de él. ¡Hazlo ya! ¡De lo contrario yo mismo haré lo que te has intentado hacer tú con la tuya! Y cuando lo haga empezaré a hacer lo que quiera contigo. ¡Hazlo ya! No es que yo desee que lo hagas... ¿A quién trato de engañar? El acto sexual siempre ha sido algo que yo siempre he deseado, sin ningún tipo de excepción. Es más, todo lo que le he estado haciendo hasta ahora es con el fin de tener algo similar a ello. ¡Por supuesto que quiero que lo haga!
- Que te aproveche, Nox. Aunque... deberás parar cuando te diga que pares.
No por nada en especial. Si fuese por mí, yo preferiría que nunca parase, pero lo cierto es que debía mantener la calma y seguir siendo el que dirigiese ésto. No voy a permitir que un novato -por muy bien que se maneje- sea quien dirija lo que YO he preparado.
Después, sin embargo, empezó la súplica del chico. Una sonrisa un tanto pervertida se dibujó en mi rostro a medida que se ofrecía por completo a mí con el fin de poder tomar éso. Su desesperación y su deseo me hicieron acariciarle el cabello. Así que puedo hacer lo que quiera y él no le dirá a nadie qué hemos hecho...
Antes de que pudiese sopesar la oferta del chico ya había vuelto a la carga. Un suspiro se escapó de mis labios a medida que iba recibiendo tratos de él. ¡Joder! ¡Para ser un novato en ésto no lo hace nada mal! ¿Le habran enseñado en Somerset? De ser así... ¿cómo será un experto? Pero bueno, ésa no es la cuestión ahora mismo. La cuestión es que debo intentar aguantar lo posible ahora mismo. Introduce la punta de mi entrepierna entre sus labios. El gemido vuelve a surgir a medida que me aferraba más a él con fuerza. No lo hace nada mal...
Se detiene. Parece pedir que quite lo que queda de ropa sin decir nada. Ya ni lo pienso. Ante aquella mirada llena de deseo y estando yo deseoso también de saber hasta dónde puede ser capaz, asentí y me alejé un poco de él. Sin embargo, puse una mano en sus ojos para que no me viese hacerlo a medida que me deshacía de la última prenda con la mano libre. ¿Por qué lo hice? Probablemente porque me sentía un poco vulnerable por este novato...
- Voy a quitar la mano -anuncié.
¿Por qué estaba ahora tan tímido yo? Si no fuese porque ya puedo hacer lo que quiera sin ningún tipo de control por ello (salvo lo obvio. No quiero que lo expulsen), jamás le habría dejado a él ser quien me pusiese así de nervioso a mí. Y lo peor es que eso se podía notar en todo mi cuerpo, que lo aceptaba con total naturalidad. Me acerqué un poco al chico, quedando la entrepierna a pocos centímetros de él. ¡Hazlo ya! ¡De lo contrario yo mismo haré lo que te has intentado hacer tú con la tuya! Y cuando lo haga empezaré a hacer lo que quiera contigo. ¡Hazlo ya! No es que yo desee que lo hagas... ¿A quién trato de engañar? El acto sexual siempre ha sido algo que yo siempre he deseado, sin ningún tipo de excepción. Es más, todo lo que le he estado haciendo hasta ahora es con el fin de tener algo similar a ello. ¡Por supuesto que quiero que lo haga!
- Que te aproveche, Nox. Aunque... deberás parar cuando te diga que pares.
No por nada en especial. Si fuese por mí, yo preferiría que nunca parase, pero lo cierto es que debía mantener la calma y seguir siendo el que dirigiese ésto. No voy a permitir que un novato -por muy bien que se maneje- sea quien dirija lo que YO he preparado.
- Spoiler:
- XDDDD. No solo tú xDDD
Emil Wilson- inversor
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Él asiente y yo estoy listo para comenzar a brincar como niño en juguetería, pero me compongo. Me asusta un poco lo entusiasmado que estoy por esto, pero ahora mismo eso es lo de menos. Me cubre los ojos con una mano y no puedo evitar morderme los labios para evitar la sonrisa que se quiere formar ahí. Escucho el leve forcejeo, el sonido de la tela deslizándose por su piel y mi imaginación se vuelve loca en la mejor de las maneras. Creo que estoy temblando con expectación.
Vagamente reconozco el aroma del nerviosismo, nebuloso detrás del deseo y las feromonas y la sexualidad, pero ahí está. Esta vez me permito una risita, pasándome la lengua por los labios para humedecerlos. Extrañamente me parece adorable, pero decido no expresarlo. No sólo va totalmente contra mí -nada nunca es adorable, a excepción de algunos animales y los gatos en general-; además tengo la impresión de que eso lo pondría aún más nervioso y quizá entonces elegiría no continuar. Eso no me gustaría. Para nada.
Retira lentamente su mano, y la breve visión que se aprecia por entre sus dedos, antes de que mis ojos estén descubiertos totalmente hace que mi boca salive aún más. Cuando finalmente puedo observarlo en todo su esplendor -que jamás admitiría que lo es, realmente, pero al menos puedo pensarlo-, mi corazón late tan rápido y mi cabeza da tantas vueltas que honestamente pienso que estoy a nada de estallar. Literal o figurativamente, da igual. Su erección está a pocos centímetros, el aroma más intenso y adictivo que nunca, y creo que un hilillo de baba está escurriendo por mi barbilla incriminatoriamente.
Cuando habla, su voz se oye suave y erótica y apenas un poco intranquila, y aunque debido a lo nublado de mis pensamientos no registro el significado exacto de sus palabras, puedo intuirlo; porque, incluso si es meramente sexual, hay una conexión aquí, entre nosotros.
—Gracias—murmuro con sensualidad, pero mis manos tiemblan cuando las subo lentamente por sus piernas y hasta sus caderas, una de ellas posicionándose ahí, a manera de soporte, y la otra sosteniendo su miembro con un cuidado casi excesivo.
Me revuelvo un poco en mi lugar en el suelo, acomodándome mejor para el acto, y envío una mirada de reafirmación antes de dar una lamida experimental a lo largo, deteniéndome en la punta para saborear el líquido preseminal que se ha acumulado ahí. Un escalofrío me recorre el cuerpo y suelto un gemido extenso al darme cuenta, bastante sorprendido, de que me agrada el sabor. Lo que parecería imposible, pero mira. Más seguro ahora y con la tranquilidad de que esto es algo que puedo 'comer' sin regresar el estómago comienzo a mover mi mano de arriba a abajo, haciendo un poco de presión para intensificar el placer, y tomo la punta entera en mi boca, frotando mi lengua alrededor y succionando de tanto en tanto en un intento por provocar un poco más de líquido.
Me alejo un poco, lamiendo en el proceso, y decido concentrarme en otros puntos placenteros en lugar de obsesionarme con el sabor con admisible gula. Subo la mano hacia la punta, presionando el pulgar contra ella en lo que me imagino es una acción placentera, y comienzo a chupar suavemente la base de la erección por un lado, pellizcándola ligeramente con los labios antes de lamerla para calmar la sensación.
No estoy seguro de si estoy haciendo un buen trabajo o no, mis movimientos basados en una mezcla de lo que he aprendido a base de las breves enseñanzas y los relatos y videos eróticos que ha impuesto Somerset -que, admitiré, disfruté en cierta medida- y lo que yo mismo pienso que se sentirá bien, pero igualmente lo hago porque, sinceramente, es igual o más placentero para mí.
Echo una mirada hacia arriba, intentando apreciar su expresión, y finalmente decido arriesgarme con algo que no imaginé hacer nunca. Deslizo mi mano suavemente por su erección, frotándola fugazmente antes de bajar completamente para sostener y masajear sus testículos. Me mojo los labios con la lengua, pasándola sobre la punta de forma provocativa -y gimiendo al encontrar un poco más de fluído ahí- para finalmente introducir lo más posible a mi boca. Predeciblemente no entra todo, mi reflejo nauseoso reaccionando en cierto punto, pero eso no me desmotiva para nada. Ronroneo alrededor de la erección, y comienzo a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo, la intensa salivación ayudando al proceso como si ese fuera su propósito natural.
Vagamente reconozco el aroma del nerviosismo, nebuloso detrás del deseo y las feromonas y la sexualidad, pero ahí está. Esta vez me permito una risita, pasándome la lengua por los labios para humedecerlos. Extrañamente me parece adorable, pero decido no expresarlo. No sólo va totalmente contra mí -nada nunca es adorable, a excepción de algunos animales y los gatos en general-; además tengo la impresión de que eso lo pondría aún más nervioso y quizá entonces elegiría no continuar. Eso no me gustaría. Para nada.
Retira lentamente su mano, y la breve visión que se aprecia por entre sus dedos, antes de que mis ojos estén descubiertos totalmente hace que mi boca salive aún más. Cuando finalmente puedo observarlo en todo su esplendor -que jamás admitiría que lo es, realmente, pero al menos puedo pensarlo-, mi corazón late tan rápido y mi cabeza da tantas vueltas que honestamente pienso que estoy a nada de estallar. Literal o figurativamente, da igual. Su erección está a pocos centímetros, el aroma más intenso y adictivo que nunca, y creo que un hilillo de baba está escurriendo por mi barbilla incriminatoriamente.
Cuando habla, su voz se oye suave y erótica y apenas un poco intranquila, y aunque debido a lo nublado de mis pensamientos no registro el significado exacto de sus palabras, puedo intuirlo; porque, incluso si es meramente sexual, hay una conexión aquí, entre nosotros.
—Gracias—murmuro con sensualidad, pero mis manos tiemblan cuando las subo lentamente por sus piernas y hasta sus caderas, una de ellas posicionándose ahí, a manera de soporte, y la otra sosteniendo su miembro con un cuidado casi excesivo.
Me revuelvo un poco en mi lugar en el suelo, acomodándome mejor para el acto, y envío una mirada de reafirmación antes de dar una lamida experimental a lo largo, deteniéndome en la punta para saborear el líquido preseminal que se ha acumulado ahí. Un escalofrío me recorre el cuerpo y suelto un gemido extenso al darme cuenta, bastante sorprendido, de que me agrada el sabor. Lo que parecería imposible, pero mira. Más seguro ahora y con la tranquilidad de que esto es algo que puedo 'comer' sin regresar el estómago comienzo a mover mi mano de arriba a abajo, haciendo un poco de presión para intensificar el placer, y tomo la punta entera en mi boca, frotando mi lengua alrededor y succionando de tanto en tanto en un intento por provocar un poco más de líquido.
Me alejo un poco, lamiendo en el proceso, y decido concentrarme en otros puntos placenteros en lugar de obsesionarme con el sabor con admisible gula. Subo la mano hacia la punta, presionando el pulgar contra ella en lo que me imagino es una acción placentera, y comienzo a chupar suavemente la base de la erección por un lado, pellizcándola ligeramente con los labios antes de lamerla para calmar la sensación.
No estoy seguro de si estoy haciendo un buen trabajo o no, mis movimientos basados en una mezcla de lo que he aprendido a base de las breves enseñanzas y los relatos y videos eróticos que ha impuesto Somerset -que, admitiré, disfruté en cierta medida- y lo que yo mismo pienso que se sentirá bien, pero igualmente lo hago porque, sinceramente, es igual o más placentero para mí.
Echo una mirada hacia arriba, intentando apreciar su expresión, y finalmente decido arriesgarme con algo que no imaginé hacer nunca. Deslizo mi mano suavemente por su erección, frotándola fugazmente antes de bajar completamente para sostener y masajear sus testículos. Me mojo los labios con la lengua, pasándola sobre la punta de forma provocativa -y gimiendo al encontrar un poco más de fluído ahí- para finalmente introducir lo más posible a mi boca. Predeciblemente no entra todo, mi reflejo nauseoso reaccionando en cierto punto, pero eso no me desmotiva para nada. Ronroneo alrededor de la erección, y comienzo a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo, la intensa salivación ayudando al proceso como si ese fuera su propósito natural.
- Um:
- No tengo más excusa que la obvia: soy pervertido. Discúlpame por arrastrarte conmigo en el camino de la pecaminosidad *huye
excitadodramáticamente*.
Nox- Estudiante
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Sinceramente, no estaba fingiendo ni mis nervios ni mi expectación. Lo cierto es que estaba demasiado nervioso cuando normalmente suelo ser yo el que hace todo lo que quiere con su compañero o compañera. Sin embargo, sólo por esta vez y para ver el potencial de los estudiantes de la academia, estaba dispuesto a ser un poco más pasivo que de costumbre.
Dejé escapar un pequeño suspiro cuando sentí las manos del chico acercándose a mi cadera, tapándome la boca con una mano debido a la vergüenza que me causaba dicha situación. Sin embargo, poco después, empezaron a escapar gemidos a medida que me iba sintiendo cada vez mejor con diferencia. ¡Sí que es bueno el condenado a pesar de ser su primera vez! Porque imagino que es la primera vez al no haber besado a nadie antes de mí...
Me aferro a sus hombros, con el fin de tener algo a lo que sujetarme, pues sentía como mis fuerzas iban abandonando mi cuerpo a medida que el rubor se hacía más notorio y hacía esfuerzos inhumanos en contenerme por abajo a la vez que respiraba de forma sonora. Desvío la mirada cuando me observa, completamente ruborizado.
- No recuerdo haberte ordenado parar -dije intimidatoriamente, a pesar de que muy probablemente no se podría considerar de tal forma.
Lo miré extasiado, dejando escapar un pequeño grito de sorpresa a medida que empezó a realizar una labor de tipo manual. Debido a que ya estaba demasiado tentado, un pequeño vaho aparecía a medida que iba gimiendo y la saliva salía de mis labios. Morí el labio inferior con el fin de no expresar un grito más sonoro. Un esfuerzo completamente inútil considerando que, después, volví a lo de antes y me aferré al cabello del chico.
... No podía aguantar más. La presión que estaba intentando contener y que hacía a duras penas había sobrepasado el límite que yo podía tolerar. Mi cuerpo se relajó en demasía. No pude siquiera decirle que parase a medida que el aroma empezaba a desaparecer debido a que no podía concentrarme. Sin embargo, no me di cuenta hasta ese entonces.
Separé a Nox de mí y entonces me incliné un poco hacia él, con una sonrisa pícara a medida que iba recuperando el aire.
- Cuesta creer -jadeo-... que ésa haya sido tu primera vez -jadeo-, querido compañero... -me quedé un rato en silencio hasta que ya recuperé el aliento-. Bueno, ahora te toca cumplir, ¿no? Si no recuerdo mal, dijiste que te podría hacer lo que quisiera después -sonreí-. Solo te haré una cosa: ordenarte algo y, a cambio de ello, podrás tener este ejercicio todas las veces que queramos. ¿No crees que es una ganga? -lo tomé del mentón y enfoqué mi mirada en sus ojos a medida que iba invadiendo su espacio privado-. Aceptarás todas y cada una de las órdenes que te dé sin rechistar -sonreí-. No te pediré que cometas crímenes, así que puedes estar tranquilo en ese aspecto. Y aquí va mi primera orden: desnúdate por completo.
Para poderlo "convencer", decidí acercar mi mano a su pierna, acariciándola con suavidad a medida que lentamente iba subiendo hasta llegar a su entrepierna. Mis labios, por otra parte, fueron a su cuello, realizando pequeñas mordidas. Mientras hacía ésto, volví a esparcir un poco del aroma, esperando que pudiese "convencerlo" de una forma más efectiva. Seguiría haciéndolo hasta que me diese su aprobado. Después de todo, ahora que hemos empezado no iba a parar. Por otra parte, no tiene otra cosa más que hacer que cumplir mis órdenes o, de lo contrrio, podía hacer público un rumor de que un estudiante de Somerset con el nombre de Nox acababa de perder su virginidad, provocando que su precio disminuyese. Este tipo de situación me atraía de sobremanera a medida que seguía dándole cariños sin llegar a expresar ni el más mínimo pensamiento de tenerlo comiendo de la palma de mi mano.
- ¿Y bien, Nox? Estoy esperando a que cumplas.
Dejé escapar un pequeño suspiro cuando sentí las manos del chico acercándose a mi cadera, tapándome la boca con una mano debido a la vergüenza que me causaba dicha situación. Sin embargo, poco después, empezaron a escapar gemidos a medida que me iba sintiendo cada vez mejor con diferencia. ¡Sí que es bueno el condenado a pesar de ser su primera vez! Porque imagino que es la primera vez al no haber besado a nadie antes de mí...
Me aferro a sus hombros, con el fin de tener algo a lo que sujetarme, pues sentía como mis fuerzas iban abandonando mi cuerpo a medida que el rubor se hacía más notorio y hacía esfuerzos inhumanos en contenerme por abajo a la vez que respiraba de forma sonora. Desvío la mirada cuando me observa, completamente ruborizado.
- No recuerdo haberte ordenado parar -dije intimidatoriamente, a pesar de que muy probablemente no se podría considerar de tal forma.
Lo miré extasiado, dejando escapar un pequeño grito de sorpresa a medida que empezó a realizar una labor de tipo manual. Debido a que ya estaba demasiado tentado, un pequeño vaho aparecía a medida que iba gimiendo y la saliva salía de mis labios. Morí el labio inferior con el fin de no expresar un grito más sonoro. Un esfuerzo completamente inútil considerando que, después, volví a lo de antes y me aferré al cabello del chico.
... No podía aguantar más. La presión que estaba intentando contener y que hacía a duras penas había sobrepasado el límite que yo podía tolerar. Mi cuerpo se relajó en demasía. No pude siquiera decirle que parase a medida que el aroma empezaba a desaparecer debido a que no podía concentrarme. Sin embargo, no me di cuenta hasta ese entonces.
Separé a Nox de mí y entonces me incliné un poco hacia él, con una sonrisa pícara a medida que iba recuperando el aire.
- Cuesta creer -jadeo-... que ésa haya sido tu primera vez -jadeo-, querido compañero... -me quedé un rato en silencio hasta que ya recuperé el aliento-. Bueno, ahora te toca cumplir, ¿no? Si no recuerdo mal, dijiste que te podría hacer lo que quisiera después -sonreí-. Solo te haré una cosa: ordenarte algo y, a cambio de ello, podrás tener este ejercicio todas las veces que queramos. ¿No crees que es una ganga? -lo tomé del mentón y enfoqué mi mirada en sus ojos a medida que iba invadiendo su espacio privado-. Aceptarás todas y cada una de las órdenes que te dé sin rechistar -sonreí-. No te pediré que cometas crímenes, así que puedes estar tranquilo en ese aspecto. Y aquí va mi primera orden: desnúdate por completo.
Para poderlo "convencer", decidí acercar mi mano a su pierna, acariciándola con suavidad a medida que lentamente iba subiendo hasta llegar a su entrepierna. Mis labios, por otra parte, fueron a su cuello, realizando pequeñas mordidas. Mientras hacía ésto, volví a esparcir un poco del aroma, esperando que pudiese "convencerlo" de una forma más efectiva. Seguiría haciéndolo hasta que me diese su aprobado. Después de todo, ahora que hemos empezado no iba a parar. Por otra parte, no tiene otra cosa más que hacer que cumplir mis órdenes o, de lo contrrio, podía hacer público un rumor de que un estudiante de Somerset con el nombre de Nox acababa de perder su virginidad, provocando que su precio disminuyese. Este tipo de situación me atraía de sobremanera a medida que seguía dándole cariños sin llegar a expresar ni el más mínimo pensamiento de tenerlo comiendo de la palma de mi mano.
- ¿Y bien, Nox? Estoy esperando a que cumplas.
Emil Wilson- inversor
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
No sé por qué me llena de felicidad y orgullo escuchar sus jadeos entrecortados, pero de alguna manera lo hace, incitándome a continuar con mayor entrega ahora que sé que lo que hago está bien. La presión de sus manos sobre mis hombros me provoca un temblor placentero, sacándome un gemido pequeño y persuadiéndome de alzar la mirada para verlo a los ojos, encontrándolos nublados y ligeramente desenfocados, pero apenas puedo apreciarlos por un mísero instante antes de que los desvíe en una clara señal de inesperada timidez. El hecho me provocaría una sonrisa si no tuviera la boca llena, y el pensamiento sólo me hace soltar un extraño gemido que pretendía ser una risilla.
Emil intenta conservar el dominio aún con el rostro escarlata, y eso me parece más que adorable -¡que no, maldita sea, nada es adorable, y menos él!-, por lo que decido dejarlo pasar en favor de continuar con mi labor. El sabor es definitivamente adictivo, encuentro, y positivamente delicioso. En algún lugar de mi cerebro llega la idea, torpe y disparatada y de alguna manera certera, de que me gusta tanto el sabor de su semilla porque es básicamente la esencia de la vida, pero en estos momentos las realizaciones filosóficas puede irse a follar a su madre. Apenas estoy acelerando el paso, mi lengua lamiendo y relamiendo en círculos la extensión con total desenfreno, cuando lo siento alejarme de él y, por consiguiente, de mi premio favorito.
Estoy a nada de soltarle un grito, apenas cayendo en cuenta de la ausencia de feromonas en el aire. Es algo relajante e incómodo por igual el saber que he estado haciendo todo esto y me he comportado de esta manera por mi propia voluntad. El castaño se inclina hacia mí, sonriéndome con una expresión que me desarma de toda protesta. El perfume puede ya no estar haciendo efecto, pero me doy cuenta que es él quien me afecta en mayor medida.
Cuando comienza hablar, su voz tan adictiva como su sabor, reacciono casi sin pensar, encogiéndome levemente en señal de sumisión. Me está pidiendo control y se lo estoy dando, y ahora que no me siento drogado por el aroma no estoy seguro de cómo sentirme al respecto. Pero lo que sí es que a mi cuerpo traidor le pone sobremanera. Sus palabras me llenan de una satisfacción inusual, y casi me siento inclinar hacia el frente para asegurarme de que lo que acabo de oír es cierto.
—¿Me dejarás...?—me detengo un momento antes de volverlo a intentar, tratando de no sonar tan desesperado esta vez—. ¿Podremos volver a hacerlo? Esto...—me muerdo el labio, bajando la mirada ligeramente antes de posicionarla con firmeza sobre la suya, asintiendo a sus condiciones. Mierda, podría pedirme que matara al director y lo haría si eso significara... pero en fin.
Doy un pequeño salto de sorpresa cuando siento su palma caliente sobre mi pierna, y la caricia leve que hace al avanzar hacia mi entrepierna me arranca un suspiro agitado. Mis manos se aferran a su brazo, aunque es más a manera de soporte y no con la intención de detenerlo. Sus atenciones en mi cuello provocan gemidos involuntarios, y la presión sobre mi erección sólo me hace gruñir con necesidad. El aroma vuelve a intensificarse y no sé si aliviarme o gritar con frustración. Aunque la feromona acentúa el placer de una manera evidente, no me deja tranquilo el saber que probablemente me incite a actuar como un animal en celo.
Cuando habla de nuevo reacciono de inmediato, dejando que la camisa escolar resbale por mis hombros, ayudándome después con las manos a retirarla y arrojándola lejos sin ningún interés por su destino final. Ya estaba mayormente expuesto, de todas formas, y ahora sólo puedo pensar en terminar lo que comenzamos. Una vez libre de toda prenda me acerco más a él, rodéandole el cuello con los brazos y colocando mis labios contra su hombro en un beso suave.
—Lo que quieras—murmuro lo suficientemente alto para ser escuchado—. Pídeme lo que quieras y lo haré, siempre que prometas regresar el favor—advierto, dándole una mordida suave y juguetona antes de acurrucarme contra él—. Mmm, me gustas—confieso—. Pero sólo por ese estúpido aroma—paseo mis manos por su cabellera, casi deteniéndome al dudar si el gesto es muy íntimo o no, pero finalmente decidiendo que no me importa—. Aunque no me molestaría...—me muerdo el labio antes de decir alguna tontería, en lugar separándome brevemente para mirarle a los ojos—¿Puedo...?
Al demonio. Sin esperar consentimiento -o pedirlo realmente- poso mis labios sobre los suyos en lo que intento sea un mejor beso que el primero. Curiosidad y práctica, me recuerdo a manera de excusa, presionando mi cuerpo aún más contra el suyo para obtener algo de contacto en mi aún hinchado miembro. Me pregunto si el yo del futuro será igual de indulgente con mis acciones.
Emil intenta conservar el dominio aún con el rostro escarlata, y eso me parece más que adorable -¡que no, maldita sea, nada es adorable, y menos él!-, por lo que decido dejarlo pasar en favor de continuar con mi labor. El sabor es definitivamente adictivo, encuentro, y positivamente delicioso. En algún lugar de mi cerebro llega la idea, torpe y disparatada y de alguna manera certera, de que me gusta tanto el sabor de su semilla porque es básicamente la esencia de la vida, pero en estos momentos las realizaciones filosóficas puede irse a follar a su madre. Apenas estoy acelerando el paso, mi lengua lamiendo y relamiendo en círculos la extensión con total desenfreno, cuando lo siento alejarme de él y, por consiguiente, de mi premio favorito.
Estoy a nada de soltarle un grito, apenas cayendo en cuenta de la ausencia de feromonas en el aire. Es algo relajante e incómodo por igual el saber que he estado haciendo todo esto y me he comportado de esta manera por mi propia voluntad. El castaño se inclina hacia mí, sonriéndome con una expresión que me desarma de toda protesta. El perfume puede ya no estar haciendo efecto, pero me doy cuenta que es él quien me afecta en mayor medida.
Cuando comienza hablar, su voz tan adictiva como su sabor, reacciono casi sin pensar, encogiéndome levemente en señal de sumisión. Me está pidiendo control y se lo estoy dando, y ahora que no me siento drogado por el aroma no estoy seguro de cómo sentirme al respecto. Pero lo que sí es que a mi cuerpo traidor le pone sobremanera. Sus palabras me llenan de una satisfacción inusual, y casi me siento inclinar hacia el frente para asegurarme de que lo que acabo de oír es cierto.
—¿Me dejarás...?—me detengo un momento antes de volverlo a intentar, tratando de no sonar tan desesperado esta vez—. ¿Podremos volver a hacerlo? Esto...—me muerdo el labio, bajando la mirada ligeramente antes de posicionarla con firmeza sobre la suya, asintiendo a sus condiciones. Mierda, podría pedirme que matara al director y lo haría si eso significara... pero en fin.
Doy un pequeño salto de sorpresa cuando siento su palma caliente sobre mi pierna, y la caricia leve que hace al avanzar hacia mi entrepierna me arranca un suspiro agitado. Mis manos se aferran a su brazo, aunque es más a manera de soporte y no con la intención de detenerlo. Sus atenciones en mi cuello provocan gemidos involuntarios, y la presión sobre mi erección sólo me hace gruñir con necesidad. El aroma vuelve a intensificarse y no sé si aliviarme o gritar con frustración. Aunque la feromona acentúa el placer de una manera evidente, no me deja tranquilo el saber que probablemente me incite a actuar como un animal en celo.
Cuando habla de nuevo reacciono de inmediato, dejando que la camisa escolar resbale por mis hombros, ayudándome después con las manos a retirarla y arrojándola lejos sin ningún interés por su destino final. Ya estaba mayormente expuesto, de todas formas, y ahora sólo puedo pensar en terminar lo que comenzamos. Una vez libre de toda prenda me acerco más a él, rodéandole el cuello con los brazos y colocando mis labios contra su hombro en un beso suave.
—Lo que quieras—murmuro lo suficientemente alto para ser escuchado—. Pídeme lo que quieras y lo haré, siempre que prometas regresar el favor—advierto, dándole una mordida suave y juguetona antes de acurrucarme contra él—. Mmm, me gustas—confieso—. Pero sólo por ese estúpido aroma—paseo mis manos por su cabellera, casi deteniéndome al dudar si el gesto es muy íntimo o no, pero finalmente decidiendo que no me importa—. Aunque no me molestaría...—me muerdo el labio antes de decir alguna tontería, en lugar separándome brevemente para mirarle a los ojos—¿Puedo...?
Al demonio. Sin esperar consentimiento -o pedirlo realmente- poso mis labios sobre los suyos en lo que intento sea un mejor beso que el primero. Curiosidad y práctica, me recuerdo a manera de excusa, presionando mi cuerpo aún más contra el suyo para obtener algo de contacto en mi aún hinchado miembro. Me pregunto si el yo del futuro será igual de indulgente con mis acciones.
Nox- Estudiante
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
A pesar de que no estaba usando mi querido aroma, Nox aceptó sin ningún tipo de pensamiento extra mi orden. Sonreí, asintiendo a la pregunta de Nox de volver a hacer lo que hemos hecho.
Tras ello, empecé a dirigir yo la orquesta, siendo él el objeto que corresponde que sea, a pesar de que sea tan bueno hasta el punto de que podría tomarlo como alguien... cercano a mí en cuanto a nivel. Pero nunca llegará ami nivel. Eso es más que obvio. Sentí sus manos a medida que iba realizando las mordidas y, para mis adentros, sonreí de satisfacción. Iba a pasármelo bien.
Le di la orden y, como bien dije que hiciese, la aceptó sin pensarlo dos veces. Me lamó los labios a medida que voy observándolo con mis ojos cada una de las partes de su cuerpo desnudo, llevando la mano a la entrepierna para rozarla con el dedo índice y paseándolo por la punta del miembro, tentándolo y jugando un pcoo con él.
- Nox... -me acerqué a su oído y lamí la oreja-. El "estúpido aroma" simplemente acentúa el deseo sexual de la víctima.
Como prueba de ello, quise dejar de emitir el aroma con el fin de que viese que era completamente imposible que negase lo evidente o aceptarlo con excusa. Sin embargo, no me hizo falta hacerlo de forma consciente, pues el beso me pilló por sorpresa. Fue bastante mejor. Se nota que era un estudiante de la academia a medida que se iba dejando llevar. Sin embargo... todavía le queda para poder superarme. Saqué la lengua y lamí sus labios de forma continua, abriendo lentamente la entrada a su boca. Rocé su lengua con la mía a medida que mi mano fue deslizándose de forma extremadamente lenta por su entrepierna y, de dedo a dedo, fui afianzando el control a la misma velocidad. Al separar mis labios de los suyos, empecé a besar su torso, pues era lo que tenía más a la vista. No tenía una figura especialmente musculosa, sino todo lo contrario, una imagen de una debilidad que me hacía querer hacerle ver esa misma debilidad a medida que jugaba con él. Después de todo, éso es lo que estoy haciendo. Un juego en el que ambos salimos ganando. Me acerqué a un pezón y realicé una pequeña mordida con el fin de excitarlo aún más. Ya el aroma había cesado por completo y mi lengua pasó desde dicha zona hasta llegar al ombligo, lugar en el que introduce durante unos cuantos segundos la lengua con el fin de estimularlo más y más. Mi mano se hallaba sujetando el miembro ajeno con cierta intensidad a medida que yo iba disfrutando más.
Le dediqué una mirada a Nox, parando durante unos instantes.
- ¿Te gusta? -dije-. Si quieres, puedo continuar, aunque... -se vio un poco de maldad en mi sonrisa-. Creo recordar que dijiste que solo te gustaba lo que hacía por el aroma... De ser así, puedo parar.
Internamente me estaba riendo de él. Además, no es como si ahora fuese a parar porque él me diga que lo haga. De ser así, simplemente usaría una vez más el aroma con el fin de tenerlo una vez más en mis redes. Era sencillo. Había demostrado ya caer una vez ante mí. ¿Por qué no una segunda o una tercera? No era de extrañar. Después de todo, todos y cada uno de los estudiantes de Somerset tienen ese deseo sexual que ocultan de los demás para así dejarse llevar con el cliente. Nox podría ser un claro ejemplo de ello.
No esperé respuesta del chico, pues ya mi rostro se había inclinado hacia el miembro que estaba sujetando con la mano. Me relamí los labios y di una pequeña lamida, con el fin de hacer que se diese cuenta de sus propios deseos sexuales y que viese que, definitivamente, estaba a mi completa merced. Yo decidiría cuando comenzar, cómo continuar y cuando finalizar.
- Tienes un buen sabor, ¿sabías? -apreté un poco el miembro ajeno con la mano, con el fin de tentarlo aún más-. Si quieres, tú también puedes... -tomé con la mano libre una de las manos del chico y la llevé a mi entrepierna-. ¿Quieres que lo convierta en una orden? -sonreí de nuevo. Según la experiencia me ha dicho, a él le gusta que le ordenen. ¿Será consciente de ello?
Tras ello, empecé a dirigir yo la orquesta, siendo él el objeto que corresponde que sea, a pesar de que sea tan bueno hasta el punto de que podría tomarlo como alguien... cercano a mí en cuanto a nivel. Pero nunca llegará ami nivel. Eso es más que obvio. Sentí sus manos a medida que iba realizando las mordidas y, para mis adentros, sonreí de satisfacción. Iba a pasármelo bien.
Le di la orden y, como bien dije que hiciese, la aceptó sin pensarlo dos veces. Me lamó los labios a medida que voy observándolo con mis ojos cada una de las partes de su cuerpo desnudo, llevando la mano a la entrepierna para rozarla con el dedo índice y paseándolo por la punta del miembro, tentándolo y jugando un pcoo con él.
- Nox... -me acerqué a su oído y lamí la oreja-. El "estúpido aroma" simplemente acentúa el deseo sexual de la víctima.
Como prueba de ello, quise dejar de emitir el aroma con el fin de que viese que era completamente imposible que negase lo evidente o aceptarlo con excusa. Sin embargo, no me hizo falta hacerlo de forma consciente, pues el beso me pilló por sorpresa. Fue bastante mejor. Se nota que era un estudiante de la academia a medida que se iba dejando llevar. Sin embargo... todavía le queda para poder superarme. Saqué la lengua y lamí sus labios de forma continua, abriendo lentamente la entrada a su boca. Rocé su lengua con la mía a medida que mi mano fue deslizándose de forma extremadamente lenta por su entrepierna y, de dedo a dedo, fui afianzando el control a la misma velocidad. Al separar mis labios de los suyos, empecé a besar su torso, pues era lo que tenía más a la vista. No tenía una figura especialmente musculosa, sino todo lo contrario, una imagen de una debilidad que me hacía querer hacerle ver esa misma debilidad a medida que jugaba con él. Después de todo, éso es lo que estoy haciendo. Un juego en el que ambos salimos ganando. Me acerqué a un pezón y realicé una pequeña mordida con el fin de excitarlo aún más. Ya el aroma había cesado por completo y mi lengua pasó desde dicha zona hasta llegar al ombligo, lugar en el que introduce durante unos cuantos segundos la lengua con el fin de estimularlo más y más. Mi mano se hallaba sujetando el miembro ajeno con cierta intensidad a medida que yo iba disfrutando más.
Le dediqué una mirada a Nox, parando durante unos instantes.
- ¿Te gusta? -dije-. Si quieres, puedo continuar, aunque... -se vio un poco de maldad en mi sonrisa-. Creo recordar que dijiste que solo te gustaba lo que hacía por el aroma... De ser así, puedo parar.
Internamente me estaba riendo de él. Además, no es como si ahora fuese a parar porque él me diga que lo haga. De ser así, simplemente usaría una vez más el aroma con el fin de tenerlo una vez más en mis redes. Era sencillo. Había demostrado ya caer una vez ante mí. ¿Por qué no una segunda o una tercera? No era de extrañar. Después de todo, todos y cada uno de los estudiantes de Somerset tienen ese deseo sexual que ocultan de los demás para así dejarse llevar con el cliente. Nox podría ser un claro ejemplo de ello.
No esperé respuesta del chico, pues ya mi rostro se había inclinado hacia el miembro que estaba sujetando con la mano. Me relamí los labios y di una pequeña lamida, con el fin de hacer que se diese cuenta de sus propios deseos sexuales y que viese que, definitivamente, estaba a mi completa merced. Yo decidiría cuando comenzar, cómo continuar y cuando finalizar.
- Tienes un buen sabor, ¿sabías? -apreté un poco el miembro ajeno con la mano, con el fin de tentarlo aún más-. Si quieres, tú también puedes... -tomé con la mano libre una de las manos del chico y la llevé a mi entrepierna-. ¿Quieres que lo convierta en una orden? -sonreí de nuevo. Según la experiencia me ha dicho, a él le gusta que le ordenen. ¿Será consciente de ello?
Emil Wilson- inversor
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Ronroneo en el beso con deleite cuando responde y parto los labios de inmediato cuando pide acceso, acariciando su lengua con la mía. Su mano frota mi entrepierna tan lentamente que resulta doloroso y empujo la cadera en un intento por apresurarle, secretamente esperando que no lo haga y me torture un poco más. Presiono los labios fuertemente ante el pensamiento culposo, aprovechando que ahora está centrando su atención en el área del torso, pero casi me pierdo cuando sus dientes se cierran suavemente sobre un pezón provocando un escalofrío delirante.
—Se siente bien...—murmuro con temblorosa sorpresa, más para mí que para él. Eso en definitiva no es algo que se me hubiera ocurrido sería tan placentero. Observo con dificultad el recorrido de su lengua, chupando aire entre los dientes cuando la veo detenerse en el ombligo, completamente incrédulo a lo que va a pasar—. ¡O-oh! Esp--¡oh!
Mis manos se sujetan de sus cabellos quizá con demasiada fuerza por un segundo, antes de que la delirante sensación me relaje hasta el punto en que no soy conciente de mis gemidos escandalosos, la presión de su mano sobre mi miembro haciendo todo diez veces peor. O mejor, depende de la perspectiva. Suelto un gruñido desesperado cuando el bastardo detiene sus acciones para provocarme adecuadamente, y apenas ahora el mareo se baja lo suficiente para darme cuenta de que he estado salivando. Rápidamente me paso el dorso de la mano por la boca para adecentarme antes de apurar una respuesta.
—P-para qué preguntas, tonto..—refunfuño en un intento por sonar indiferente, pero el repentino descenso de sus atenciones y el roce de su lengua sobre mi erección lanzan el resto de mis actuaciones fallidas a volar por la ventana. Instintivamente alzo las caderas observándole con ojos como platos, una mano apretando mis labios para no gritar como víctima de homicidio. Está hablando, estoy casi seguro de que está diciendo palabras, pero la conmoción no se me baja hasta que toma mi mano y la presiona contra su propia entrepierna y el deseo toma control de mí ahora—Mmmierda, sí—suspiro.
Aprieto la mano sobre su miembro, subiendo y bajando en un ritmo torpe. Me muerdo los labios cuando siento la humedad, retirando la palma y reemplazándola con la otra en favor de lamer el líquido que empapo mis dedos y gimiendo levemente ante el sabor. Me pregunto si todos tendrán un gusto tan delicioso o se trata sólo de Emil o quizá de su raza particular, pero por ahora decido no racionarlo mucho; él está aquí y sabe bien, y es todo. Me alejo un poco de él, finalmente separando mi segunda mano para echarme hacia atrás sobre el césped con las piernas levemente separadas a manera de provocación.
—En-entonces, ¿qué tengo que hacer?—pregunto entrecortado, revolviéndome ligeramente en mi lugar y sintiéndome acomplejado de pronto. No lo había pensado antes, pero mi falta de experiencia aunada a la ausencia de inhibición que hasta ahora me habían regalado las feromonas resaltan, de seguro, la escasez de mi sensualidad. Lo menos que quiero es que este tipo decida que no soy lo suficientemente bueno y se aburra de mi. Y no, no porque quiera que me desee ni mucho menos, no, se trata sólo de orgullo. En serio. Paso saliva con dificultad, decidiendo de manera improvisada presentarle una pequeña escena que, al menos en solitario, puedo hacer sin problemas.
Abro las piernas un poco más, ayudándome con las manos para separar mis nalgas. Siento las mejillas tan calientes en este punto que no estoy seguro cómo no me he derretido, mis ojos cerrándose por inercia para no ver su reacción. "Eso no es sexy", grita alguna parte de mi cerebro, pero la ignoro con una maldición silenciosa. Es sólo un pequeño espectáculo amateur, si quiere algo profesional mejor que se busque a un Host. La idea es lo suficientemente odiosa como para animarme a continuar. Coloco un dedo sobre la entrada, mi mano aún está ligeramente húmeda con su esencia y el hecho me emociona de forma bizarra. Hago presión brevemente antes de introducir el apéndice, soltando un quejido tembloroso. El ardor inicial siempre me pone de cabeza. Me remuevo un poco en mi lugar antes de alzar la mirada para mirar directamente a orbes esmeralda.
—S-sé que no podemos...—digo, mordiéndome el interior de la mejilla para mantener la compostura—. Pero hay mucho que sí podemos hacer, si me lo pides...
—Se siente bien...—murmuro con temblorosa sorpresa, más para mí que para él. Eso en definitiva no es algo que se me hubiera ocurrido sería tan placentero. Observo con dificultad el recorrido de su lengua, chupando aire entre los dientes cuando la veo detenerse en el ombligo, completamente incrédulo a lo que va a pasar—. ¡O-oh! Esp--¡oh!
Mis manos se sujetan de sus cabellos quizá con demasiada fuerza por un segundo, antes de que la delirante sensación me relaje hasta el punto en que no soy conciente de mis gemidos escandalosos, la presión de su mano sobre mi miembro haciendo todo diez veces peor. O mejor, depende de la perspectiva. Suelto un gruñido desesperado cuando el bastardo detiene sus acciones para provocarme adecuadamente, y apenas ahora el mareo se baja lo suficiente para darme cuenta de que he estado salivando. Rápidamente me paso el dorso de la mano por la boca para adecentarme antes de apurar una respuesta.
—P-para qué preguntas, tonto..—refunfuño en un intento por sonar indiferente, pero el repentino descenso de sus atenciones y el roce de su lengua sobre mi erección lanzan el resto de mis actuaciones fallidas a volar por la ventana. Instintivamente alzo las caderas observándole con ojos como platos, una mano apretando mis labios para no gritar como víctima de homicidio. Está hablando, estoy casi seguro de que está diciendo palabras, pero la conmoción no se me baja hasta que toma mi mano y la presiona contra su propia entrepierna y el deseo toma control de mí ahora—Mmmierda, sí—suspiro.
Aprieto la mano sobre su miembro, subiendo y bajando en un ritmo torpe. Me muerdo los labios cuando siento la humedad, retirando la palma y reemplazándola con la otra en favor de lamer el líquido que empapo mis dedos y gimiendo levemente ante el sabor. Me pregunto si todos tendrán un gusto tan delicioso o se trata sólo de Emil o quizá de su raza particular, pero por ahora decido no racionarlo mucho; él está aquí y sabe bien, y es todo. Me alejo un poco de él, finalmente separando mi segunda mano para echarme hacia atrás sobre el césped con las piernas levemente separadas a manera de provocación.
—En-entonces, ¿qué tengo que hacer?—pregunto entrecortado, revolviéndome ligeramente en mi lugar y sintiéndome acomplejado de pronto. No lo había pensado antes, pero mi falta de experiencia aunada a la ausencia de inhibición que hasta ahora me habían regalado las feromonas resaltan, de seguro, la escasez de mi sensualidad. Lo menos que quiero es que este tipo decida que no soy lo suficientemente bueno y se aburra de mi. Y no, no porque quiera que me desee ni mucho menos, no, se trata sólo de orgullo. En serio. Paso saliva con dificultad, decidiendo de manera improvisada presentarle una pequeña escena que, al menos en solitario, puedo hacer sin problemas.
Abro las piernas un poco más, ayudándome con las manos para separar mis nalgas. Siento las mejillas tan calientes en este punto que no estoy seguro cómo no me he derretido, mis ojos cerrándose por inercia para no ver su reacción. "Eso no es sexy", grita alguna parte de mi cerebro, pero la ignoro con una maldición silenciosa. Es sólo un pequeño espectáculo amateur, si quiere algo profesional mejor que se busque a un Host. La idea es lo suficientemente odiosa como para animarme a continuar. Coloco un dedo sobre la entrada, mi mano aún está ligeramente húmeda con su esencia y el hecho me emociona de forma bizarra. Hago presión brevemente antes de introducir el apéndice, soltando un quejido tembloroso. El ardor inicial siempre me pone de cabeza. Me remuevo un poco en mi lugar antes de alzar la mirada para mirar directamente a orbes esmeralda.
—S-sé que no podemos...—digo, mordiéndome el interior de la mejilla para mantener la compostura—. Pero hay mucho que sí podemos hacer, si me lo pides...
Nox- Estudiante
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Parece ser que la idea de tentarlo de aquella forma un poco especial fue un éxito rotundo. Aquellos gemidos hicieron que mientras simulase penetraciones junto con aquella tentación con la que hice que, una vez más, se diese cuenta de que estaba demasiado necesitado de mí. Y, para qué negarlo, yo lo estaba pasando especialmente bien, aceptando lo que le dejaba hacerme.
Sin embargo, hubo un momento en que vi a Nox especialmente nervioso y quedarse durante unos segundos quieto. Para mi sorpresa, yo esperé a que él mismo se tranquilizase y, sinceramente, no esperaba que fuese a tentarme de esa forma demasiado exagerada. Sonreí de forma lasciva a medida que lo observababa, tomando un matiz molesto cuando dijo las cuatro últimas palabras, pero sin perder la intención.
- Esta es tu primera vez, Nox -dije-. Deja que yo me encargue de enseñarte las cosas que se hacen -tomé aire-. Puede que no lo haga tan bien como un estudiante especializado en ello, pero tengo cierta confianza en mí mismo... Además...
Tomé las manos de Nox y las aprisioné con una sola contra el árbol con suavidad, pero con firmeza. Con la otra acaricié su rostro a medida que lo miraba a los ojos con una mirada que indicaba clara superioridad.
- Lo único que tienes que hacer es dejar que yo me ocupe de todo y dime exactamente qué quieres que te haga si tienes algo en mente. Además... -lo tomé del mentón-. Si te ordenase "deja que te tome", considerando que debes aceptar mis órdenes sin rechistar... -llevé la mano a la zona en la que él se empezó a intimar-. ¿Crees que podrías negármelo?
Sonreí, apartando el dedo índice de la zona después de jugar un poco con él, llegando después a un pensamiento un tanto curioso: ¿en qué cosas había pensado? El pensamiento hizo que me excitase un poco más, de ser posible.
- Escucharé lo que tienes que decir.
Eso dije, pero lo cierto es que no iba a dejarle hablar. No con facilidad al menos. Ahora que estaba completamente aprisionado, usé la mano que ahora tenía libre para aferrarme a él, rozando mi miembro con el suyo, haciendo un contacto un tanto extraño, pero nada indeseado. Me acerqué a su cuello y empecé a lamerlo y a medida que con cuidado aflojaba el abrazo y mi mano iba acariciando cada recoveco de su cuerpo empecé a crear contacto entre mi lengua y sus pezones al mismo tiempo que, debido a lo que le gustó anteriormente, fui realizando pequeños mordiscos con cuidado de no herirlo con el fin de volverlo más loco si cabe. Para poder acomodarme mejor, fui moviendo las caderas mientras realizaba aquela labor, haciendo que el contacto de la entrepierna fue mucho más perceptible y haciendo que un pequeño rubor se me formase debido a la excitación. Me detuve de forma progresiva y entonces, todavía aprisionando sus muñecas, toqué la punta del miembro de Nox con un dedo de la mano libre, pensando en ese momento en una idea.
- ¿Quieres que te haga un trabajo? De ser así, deberás pedírmelo de forma educada. De la misma forma en que me pediste lo otro antes -lamí su cuello-. Aunque si no quieres, no importa. Simplemente, no te daré una idea muy buena que se me acaba de ocurrir con la que creo que te haría sentirte mucho mejor que cuando te dejé saborearme.
Sonreí. Si movía los hilos de la forma correcta, ahora mismo sé que Nox estaría completamente a mi merced. Creo que no era necesario mencionar mi pequeña idea pero, debido a que no estaba bajo el aroma (y que no iba a hacerlo si no era estrictamente necesario), el pensamiento de una idea innovadora o, al menos, así lo es para mí, podría tener un efecto muy similar a medida que iba tentándolo con la lengua.
Sin esperar respuesta, decidí darle un beso más, con el fin de influir más en su raciocinio. Saboreé sus labios con la lengua, teniendo un sabor un poco más amargo que la primera vez, probablemente debido a que antes me descontrolé. Su lengua, que antes sabía especialmente dulce, tenía un sabor amargo que, curiosamente, se volvía adictivo al mismo tiempo que paseaba la mía sobre la suya en una invasión sin avisar. Tras separar los labios, pude sentir como un pequeño hilo de saliva unió durante unos instantes mi lengua con sus labios principalmente porque volví a pasearla por ahí.
- ¿Y bien, Nox? -solté sus brazos-. Si lo prefieres, puedo ordenarte que me pidas por favor que te haga sentir bien. Pero creo que esto debes decidirlo tú.
Sin embargo, hubo un momento en que vi a Nox especialmente nervioso y quedarse durante unos segundos quieto. Para mi sorpresa, yo esperé a que él mismo se tranquilizase y, sinceramente, no esperaba que fuese a tentarme de esa forma demasiado exagerada. Sonreí de forma lasciva a medida que lo observababa, tomando un matiz molesto cuando dijo las cuatro últimas palabras, pero sin perder la intención.
- Esta es tu primera vez, Nox -dije-. Deja que yo me encargue de enseñarte las cosas que se hacen -tomé aire-. Puede que no lo haga tan bien como un estudiante especializado en ello, pero tengo cierta confianza en mí mismo... Además...
Tomé las manos de Nox y las aprisioné con una sola contra el árbol con suavidad, pero con firmeza. Con la otra acaricié su rostro a medida que lo miraba a los ojos con una mirada que indicaba clara superioridad.
- Lo único que tienes que hacer es dejar que yo me ocupe de todo y dime exactamente qué quieres que te haga si tienes algo en mente. Además... -lo tomé del mentón-. Si te ordenase "deja que te tome", considerando que debes aceptar mis órdenes sin rechistar... -llevé la mano a la zona en la que él se empezó a intimar-. ¿Crees que podrías negármelo?
Sonreí, apartando el dedo índice de la zona después de jugar un poco con él, llegando después a un pensamiento un tanto curioso: ¿en qué cosas había pensado? El pensamiento hizo que me excitase un poco más, de ser posible.
- Escucharé lo que tienes que decir.
Eso dije, pero lo cierto es que no iba a dejarle hablar. No con facilidad al menos. Ahora que estaba completamente aprisionado, usé la mano que ahora tenía libre para aferrarme a él, rozando mi miembro con el suyo, haciendo un contacto un tanto extraño, pero nada indeseado. Me acerqué a su cuello y empecé a lamerlo y a medida que con cuidado aflojaba el abrazo y mi mano iba acariciando cada recoveco de su cuerpo empecé a crear contacto entre mi lengua y sus pezones al mismo tiempo que, debido a lo que le gustó anteriormente, fui realizando pequeños mordiscos con cuidado de no herirlo con el fin de volverlo más loco si cabe. Para poder acomodarme mejor, fui moviendo las caderas mientras realizaba aquela labor, haciendo que el contacto de la entrepierna fue mucho más perceptible y haciendo que un pequeño rubor se me formase debido a la excitación. Me detuve de forma progresiva y entonces, todavía aprisionando sus muñecas, toqué la punta del miembro de Nox con un dedo de la mano libre, pensando en ese momento en una idea.
- ¿Quieres que te haga un trabajo? De ser así, deberás pedírmelo de forma educada. De la misma forma en que me pediste lo otro antes -lamí su cuello-. Aunque si no quieres, no importa. Simplemente, no te daré una idea muy buena que se me acaba de ocurrir con la que creo que te haría sentirte mucho mejor que cuando te dejé saborearme.
Sonreí. Si movía los hilos de la forma correcta, ahora mismo sé que Nox estaría completamente a mi merced. Creo que no era necesario mencionar mi pequeña idea pero, debido a que no estaba bajo el aroma (y que no iba a hacerlo si no era estrictamente necesario), el pensamiento de una idea innovadora o, al menos, así lo es para mí, podría tener un efecto muy similar a medida que iba tentándolo con la lengua.
Sin esperar respuesta, decidí darle un beso más, con el fin de influir más en su raciocinio. Saboreé sus labios con la lengua, teniendo un sabor un poco más amargo que la primera vez, probablemente debido a que antes me descontrolé. Su lengua, que antes sabía especialmente dulce, tenía un sabor amargo que, curiosamente, se volvía adictivo al mismo tiempo que paseaba la mía sobre la suya en una invasión sin avisar. Tras separar los labios, pude sentir como un pequeño hilo de saliva unió durante unos instantes mi lengua con sus labios principalmente porque volví a pasearla por ahí.
- ¿Y bien, Nox? -solté sus brazos-. Si lo prefieres, puedo ordenarte que me pidas por favor que te haga sentir bien. Pero creo que esto debes decidirlo tú.
- oh, gods:
- Ahora mismo me siento especialmente pervertido, aunque... me consuela saber que no soy el único.
Emil Wilson- inversor
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Suelto un aullido vergonzoso cuando tira de mis manos, forzando el único dedo fuera de mi entrada en un ángulo doloroso. Realmente no creo que deba haber encontrado placentera esa pequeña tortura, o que muy en el fondo me agradara el control que destila la actitud de este chico, pero de igual manera lo incorrecto de todo sólo me pone más.
Me remuevo un poco antes de halar mis muñecas para probar el agarre que tiene sobre ellas; firme, pero no tanto como para hacer daño. Le miro con ojos nublados, aunque ahora me aseguro de prestar total atención a lo que dice. Me sujeta de la quijada y mis ojos casi se cierran por instinto, esperando -qué humillante- un beso, sin embargo me vuelvo a centrar cuando continúa su charla, sus palabras provocando una sonrisa temblorosa en mis labios y el pecaminoso roce de su mano contra mi intimidad forzando un suspiro agitado.
Sacudo la cabeza levemente, inclinándome hacia su toque. Definitivamente no me negaría a una orden así. Maldición, quizá si esto continúa terminaré rogando por ello, y mierda que si el pensamiento no es positivamente aterrador.
Pero no tengo tiempo de entrar en negación porque justo ahora Emil decide pegar su cuerpo al mío, nuestras erecciones frotándose en el proceso, la cercanía y la corriente de placer disipando el nerviosismo de inmediato. Mi respiración está enloquecida para este punto, pero al menos ahora tengo la conciencia suficiente para ahogar los sonidos embarazosos que quieren escapar. Todo se va al carajo cuando su boca llega a mis pezones, los mordiscos poniéndome totalmente de cabeza. Arqueo la espalda, juntándome más a su cuerpo, y el vaivén de sus caderas sólo hace todo más intenso. Su dedo fricciona levemente contra mi miembro y tengo que morderme la lengua para no gemir escandalosamente.
—Sí, ugh, sí, lo que quieras—gruño, moviendo las caderas y arqueando el cuerpo en busca de mayor contacto—. Sólo... mmmás, dame--maldición.
Me besa e inmediatamente me entrego, probablemente de una manera un tanto desesperada pero maldición, no puede ofrecerme placer y esperar que sea bueno y paciente. Su lengua entra en mi cavidad y la recibo con gusto, chupándola brevemente para después darle unas pequeñas mordidas. Se aleja y libera mis muñecas, una delgada línea de saliva uniendo nuestros labios momentáneamente. Le rodeo al instante con los brazos, mis piernas acomodándose detrás de las suyas para mantenerlo ahí, y le envío una mirada frustrada y deseosa por igual.
—¿Cómo... cómo que si lo prefiero?—pregunto con un rubor ofendido. ¿Acaso está insinuando que me gusta suplicarle?—. Preferiría que me f...—comienzo, pero paro en seco cuando caigo en cuenta de lo que estuve a punto de decir, mis ojos ensanchándose con sorpresa. Muevo las manos por su espalda, arañando ligeramente en un intento por desviar su atención—. S-sólo has lo que quieras, Emil—arrastro su nombre con sarcasmo, ignorando deliveradamente la sensación placentera de decirlo en voz alta. Alzo el rostro acercándolo suyo, mis labios a escasos milímetros pero sin tocarle—. No es como si pudiera negarme, ¿verdad?—llevo una mano a su mejilla, acariciándola con suavidad mientras aventuro una lamida lenta sobre su boca—. De momento, es casi como si fuera tuyo.
Me separo ligeramente, enviándole una sonrisa que espero exprese sensualidad y no necesidad nerviosa. Utilizo los brazos para ayudarme a cambiar la posición a una más comprometedora, mis piernas cerrándose completamente al rededor de su cadera y empujando la mía para simular algo más sexual. Mientras tanto, mi boca se enfoca en su cuello, mordisqueando y chupando la piel con gula. No creo que se aprecie si dejo marcas, así que intento no succionar muy fuerte, sólo lo suficiente para provocar una chispa de placer. Paseo las palmas por su cuerpo, su figura delgada y piel tersa forzando un ronroneo apacible en mi garganta. Deslizo la lengua por su quijada hasta detenerme frente su oreja y respiro cálidamente sobre ella por unos segundos. Aspiro hondo antes de continuar, principalmente porque ni siquiera yo puedo creer lo que voy a decir, considerando que ya no está la excusa del afrodisiaco ni nada. Sospecho que tendré problemas conmigo mismo después de esto.
—Ordéname lo que quieras y lo haré con gusto. El que me domines y me pongas en mi lugar ya me tiene atraído a ti. ¿Quieres que suplique? ¿Cómo te gusta más? ¿Llorando?—pregunto en un sollozo—. Por favor, Emil, te necesito. Necesito lo que quieras darme, por favor, por favor, por favor...—repito en un mantra, empujando las caderas contra él para crear fricción. Es extraño como esto me humilla y me fascina por igual, pero por ahora trataré de sólo dejarme ir. Después de todo, nada de lo que dije fue mentira en absoluto.
Me remuevo un poco antes de halar mis muñecas para probar el agarre que tiene sobre ellas; firme, pero no tanto como para hacer daño. Le miro con ojos nublados, aunque ahora me aseguro de prestar total atención a lo que dice. Me sujeta de la quijada y mis ojos casi se cierran por instinto, esperando -qué humillante- un beso, sin embargo me vuelvo a centrar cuando continúa su charla, sus palabras provocando una sonrisa temblorosa en mis labios y el pecaminoso roce de su mano contra mi intimidad forzando un suspiro agitado.
Sacudo la cabeza levemente, inclinándome hacia su toque. Definitivamente no me negaría a una orden así. Maldición, quizá si esto continúa terminaré rogando por ello, y mierda que si el pensamiento no es positivamente aterrador.
Pero no tengo tiempo de entrar en negación porque justo ahora Emil decide pegar su cuerpo al mío, nuestras erecciones frotándose en el proceso, la cercanía y la corriente de placer disipando el nerviosismo de inmediato. Mi respiración está enloquecida para este punto, pero al menos ahora tengo la conciencia suficiente para ahogar los sonidos embarazosos que quieren escapar. Todo se va al carajo cuando su boca llega a mis pezones, los mordiscos poniéndome totalmente de cabeza. Arqueo la espalda, juntándome más a su cuerpo, y el vaivén de sus caderas sólo hace todo más intenso. Su dedo fricciona levemente contra mi miembro y tengo que morderme la lengua para no gemir escandalosamente.
—Sí, ugh, sí, lo que quieras—gruño, moviendo las caderas y arqueando el cuerpo en busca de mayor contacto—. Sólo... mmmás, dame--maldición.
Me besa e inmediatamente me entrego, probablemente de una manera un tanto desesperada pero maldición, no puede ofrecerme placer y esperar que sea bueno y paciente. Su lengua entra en mi cavidad y la recibo con gusto, chupándola brevemente para después darle unas pequeñas mordidas. Se aleja y libera mis muñecas, una delgada línea de saliva uniendo nuestros labios momentáneamente. Le rodeo al instante con los brazos, mis piernas acomodándose detrás de las suyas para mantenerlo ahí, y le envío una mirada frustrada y deseosa por igual.
—¿Cómo... cómo que si lo prefiero?—pregunto con un rubor ofendido. ¿Acaso está insinuando que me gusta suplicarle?—. Preferiría que me f...—comienzo, pero paro en seco cuando caigo en cuenta de lo que estuve a punto de decir, mis ojos ensanchándose con sorpresa. Muevo las manos por su espalda, arañando ligeramente en un intento por desviar su atención—. S-sólo has lo que quieras, Emil—arrastro su nombre con sarcasmo, ignorando deliveradamente la sensación placentera de decirlo en voz alta. Alzo el rostro acercándolo suyo, mis labios a escasos milímetros pero sin tocarle—. No es como si pudiera negarme, ¿verdad?—llevo una mano a su mejilla, acariciándola con suavidad mientras aventuro una lamida lenta sobre su boca—. De momento, es casi como si fuera tuyo.
Me separo ligeramente, enviándole una sonrisa que espero exprese sensualidad y no necesidad nerviosa. Utilizo los brazos para ayudarme a cambiar la posición a una más comprometedora, mis piernas cerrándose completamente al rededor de su cadera y empujando la mía para simular algo más sexual. Mientras tanto, mi boca se enfoca en su cuello, mordisqueando y chupando la piel con gula. No creo que se aprecie si dejo marcas, así que intento no succionar muy fuerte, sólo lo suficiente para provocar una chispa de placer. Paseo las palmas por su cuerpo, su figura delgada y piel tersa forzando un ronroneo apacible en mi garganta. Deslizo la lengua por su quijada hasta detenerme frente su oreja y respiro cálidamente sobre ella por unos segundos. Aspiro hondo antes de continuar, principalmente porque ni siquiera yo puedo creer lo que voy a decir, considerando que ya no está la excusa del afrodisiaco ni nada. Sospecho que tendré problemas conmigo mismo después de esto.
—Ordéname lo que quieras y lo haré con gusto. El que me domines y me pongas en mi lugar ya me tiene atraído a ti. ¿Quieres que suplique? ¿Cómo te gusta más? ¿Llorando?—pregunto en un sollozo—. Por favor, Emil, te necesito. Necesito lo que quieras darme, por favor, por favor, por favor...—repito en un mantra, empujando las caderas contra él para crear fricción. Es extraño como esto me humilla y me fascina por igual, pero por ahora trataré de sólo dejarme ir. Después de todo, nada de lo que dije fue mentira en absoluto.
- Gosh:
- Um... no te preocupes. Cuando pienses en algo megasúperultra pervertido, siempre podrás consolarte pensando 'Bueno, el user de Nox seguro pensó algo diez veces peor así que...'
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Re: The wind and the nature [Priv. Nox] +18
Nox parecía estar ya bastante deseoso incluso sin necesidad de usar el aroma para tentarlo más y hacerle descontrolarse más. ¿Debería forzarlo o, por el contrario, sería mejor tenerlo aún más sometido? Cada una de las dos situaciones me resultaba de lo más tentadora, pero creo que, por lo menos para que él después no diga que lo hizo inconscientemente, sería mejor que no lo usase para no "influir" en sus respuestas. Además, ya lo hago.
Aquel beso se sintió especialmente bien. Tal y como uno podía esperar de un estudiante de Somerset. Incluso siendo un completo nuevo en ésto, lo cierto es que lo hacía bastante bien. ¿Cómo se supone que lo harán aquellos estudiantes que no son "apartados" por su calidad, por así decirlo? Bueno, es algo por lo que no debo preocuparne. Ahora mismo estoy experimentando esta sensación con él y no con otro. Y no es que sea precisamente una mala sensación a medida que iba acariciando su lengua con la mía.
Después de soltarlo y ser abrazado, me percaté perfectamente de las intenciones de Nox al ocultar algo que sé que habría sido muy embarazoso para él. Sonreí de lado al darme cuenta. Quién sabe, quizás para estas cosas podría ir muy bien tenerle durante temporadas bajo mi control absoluto...
- ¿Qué es lo que preferirías, Nox? Dímelo -ordené.
Sujeté su miembro y empecé a realizar con la mano movimientos arrítmicos de arriba a abajo, al principio más suaves, pero después más intensos, volviendo a ser dichos más suaves, más intensos... En resumen, variando entre intensidad y suavidad. Aunque él lo dijese con un "casi", lo cierto es que actualmente era de mi propiedad al tener que obedecer todo lo que le dijese a cambio del trato.
No podía caer yo de nuevo mientras quería saber. No a pesar de lo bien que me hiciesen sentir aquellos chupeteos y aquellos mordiscos, aunque he de admitir que exhalé un suspiro de placer cuando sentí su aliento rozar mi cuello.
Parece ser que yase dio cuenta de quién dominaba en cierta manera. Su movimiento de caderas no fue, desde luego, algo aparte. Influyó bastante en mi decisión. Tanto es así que al final aparté durante un par de segundos a Nox con una sonrisa clara en mi rostro.
- Muy bien, si tanto lo deseas... -me relamí los labios.
Decidí darle la espalda durante unos segundos para después incorporarme de tal forma que estuviese sobre él y, además, estuviesen a pocos milímetros nuestros miembros. Lamí el miembro de Nox con suavidad con el fin de que se hiciese a la idea de lo que pasaría.
- Mi orden es que después me digas qué quieres que te haga cuando hagamos ésto...
Y aquellas lamidas que fueron suaves durante unos segundos empezaron a resultar mucho más agresivas, principalmente porque tenía sujeto su miembro para evitar que el chico se moviese. Tras tantear el terreno y averiguar que tenía un muy buen sabor, decidí esparcir mi aroma para que él lo sintiese aún mejor. Sin embargo, hubo una pequeña diferencia. Con el fin de sentirlo yo aún más de lo que ya lo sentía, voluntariamente respiré yo también de él, provocando que aquel miembro que veía apetecible fuese a mis ojos el manjar más delicioso que jamás haya probado y que, por ende, quisiese probarlo por completo. Lo introduje en mi boca y empecé a segregar saliva en él a medida que iba dejándome llevar cada vez más con el fin de volverlo loco. Al menos, ésa era la idea a medida que iba haciéndole ese trabajo que parecía estar deseando como loco. Y, ¿a quién vamos a engañar? Yo también lo deseaba. Y ahora que he empezado a respirar el aroma, mucho más que al principio.
- ¿Cómo... se siente? -pregunté en unos instantes de respiración que tuve que hacer para después continuar.
Aquel beso se sintió especialmente bien. Tal y como uno podía esperar de un estudiante de Somerset. Incluso siendo un completo nuevo en ésto, lo cierto es que lo hacía bastante bien. ¿Cómo se supone que lo harán aquellos estudiantes que no son "apartados" por su calidad, por así decirlo? Bueno, es algo por lo que no debo preocuparne. Ahora mismo estoy experimentando esta sensación con él y no con otro. Y no es que sea precisamente una mala sensación a medida que iba acariciando su lengua con la mía.
Después de soltarlo y ser abrazado, me percaté perfectamente de las intenciones de Nox al ocultar algo que sé que habría sido muy embarazoso para él. Sonreí de lado al darme cuenta. Quién sabe, quizás para estas cosas podría ir muy bien tenerle durante temporadas bajo mi control absoluto...
- ¿Qué es lo que preferirías, Nox? Dímelo -ordené.
Sujeté su miembro y empecé a realizar con la mano movimientos arrítmicos de arriba a abajo, al principio más suaves, pero después más intensos, volviendo a ser dichos más suaves, más intensos... En resumen, variando entre intensidad y suavidad. Aunque él lo dijese con un "casi", lo cierto es que actualmente era de mi propiedad al tener que obedecer todo lo que le dijese a cambio del trato.
No podía caer yo de nuevo mientras quería saber. No a pesar de lo bien que me hiciesen sentir aquellos chupeteos y aquellos mordiscos, aunque he de admitir que exhalé un suspiro de placer cuando sentí su aliento rozar mi cuello.
Parece ser que yase dio cuenta de quién dominaba en cierta manera. Su movimiento de caderas no fue, desde luego, algo aparte. Influyó bastante en mi decisión. Tanto es así que al final aparté durante un par de segundos a Nox con una sonrisa clara en mi rostro.
- Muy bien, si tanto lo deseas... -me relamí los labios.
Decidí darle la espalda durante unos segundos para después incorporarme de tal forma que estuviese sobre él y, además, estuviesen a pocos milímetros nuestros miembros. Lamí el miembro de Nox con suavidad con el fin de que se hiciese a la idea de lo que pasaría.
- Mi orden es que después me digas qué quieres que te haga cuando hagamos ésto...
Y aquellas lamidas que fueron suaves durante unos segundos empezaron a resultar mucho más agresivas, principalmente porque tenía sujeto su miembro para evitar que el chico se moviese. Tras tantear el terreno y averiguar que tenía un muy buen sabor, decidí esparcir mi aroma para que él lo sintiese aún mejor. Sin embargo, hubo una pequeña diferencia. Con el fin de sentirlo yo aún más de lo que ya lo sentía, voluntariamente respiré yo también de él, provocando que aquel miembro que veía apetecible fuese a mis ojos el manjar más delicioso que jamás haya probado y que, por ende, quisiese probarlo por completo. Lo introduje en mi boca y empecé a segregar saliva en él a medida que iba dejándome llevar cada vez más con el fin de volverlo loco. Al menos, ésa era la idea a medida que iba haciéndole ese trabajo que parecía estar deseando como loco. Y, ¿a quién vamos a engañar? Yo también lo deseaba. Y ahora que he empezado a respirar el aroma, mucho más que al principio.
- ¿Cómo... se siente? -pregunté en unos instantes de respiración que tuve que hacer para después continuar.
- Oh my gah:
- Creo que te supero (?)
Emil Wilson- inversor
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