Let's play ||Libre||

Lo cierto es que el silencio era espeluznante. La tranquilidad que se respiraba en el instituto agobiante y los deseos de salir de ahí y no tener que preocuparse por ello eran tan grandes que casi tenía ganas de huir y que nadie le encontrase. Pero quizás lo peor era el hecho de que, tras las clases extra que había tenido por la tarde, como todos los alumnos... especiales, le habían dicho que tenía que encargarse de un tipo, un cliente. Y vaya, le había entretenido más de lo que hubiera deseado. Encima de que se habían tirado hasta tarde, al salir el joven se dio cuenta de que se había dejado la maleta en clase, y al día siguiente le echarían una buena bronca si no llevaba los deberes. Una pequeña excursión a su clase no le harían ningún mal, seguro que no.

Qué inocente.

Sin duda alguna, lo peor para Seth en ese momento era el tener que caminar totalmente a oscuras para no ser descubierto. Había entrado en la clase y buscado a tientas su maleta, en el momento que la tuvo en las manos y solo en ese momento, había conseguido respirar hondo. Pero la odisea no acababa ahí, no señor, tenía que regresar a su habitación sin que su compañero de cuarto se diese cuenta. Solo de pensarlo, su cuerpo se echaba a temblar. Aquel diablillo le causaba bastantes más disgustos de los que inicialmente hubiera pensado.

Salió del aula caminando con lentitud, tratando de hacer el menor ruido posible no solo con los pasos, sino también con la ropa. Tan concentrado estaba en no hacer ruido que no se dio cuenta de que había alguien detrás suya hasta que notó una mano sobre su hombro y escuchó aquella voz. Solo una palabra cruzó su mente: Fantasma.
Dejó caer la mochila, la cual provocó un ruido sordo que acabó con todo el silencio que había por los pasillos, incluso resonó el eco. Pero no gritó, de su boca entreabierta tan solo salía la respiración acelerada por el miedo. Podía escuchar la sangre correr gracias a los bombeos de su corazón desbocado.

-Y-ya me iba... lo j-juro-Trató de arreglar mientras sus dientes comenzaban a castañear, y haciendo lo que pudo por controlar los temblores de su cuerpo mientras razonaba que no podía ser un fantasma, no cuando le estaba tocando... ¿verdad?
Levantó una mano hacia atrás y la colocó sobre la de... lo que quiera que estuviera detrás suya para hacer el simple gesto de apartarla de ahí. Lo hizo con delicadeza, por supuesto, no se fuera a enfadar aquella cosa y él se la cargase más de lo que ya solía hacer por regla general.

El moreno se quedó paralizado al notar que la mano no se apartaba de su hombro, pero era sólida, por lo que no podía ser un fantasma del todo, no aún al menos. ¿Pero y si había conseguido forma física y ahora iba a poseerle o algo así? Apartó esos pensamientos de su fantasiosa mente, no podía permitirse el lujo de esas cosas, era obvio que no se trataba de un fantasma, sino de un ser vivo, posiblemente un profesor que acababa de pillarle. Por unos instantes, creyó que eso le asustaba hasta más que el que fuera una criatura desconocida, puede que fuera incluso peor si resultaba ser una mezcla de ambas. Aunque a juzgar por sus palabras sobre las reglas, tan solo se trataba de un profesor, uno al que no conocía, y eso ya era extraño.

Al dejar de notar la mano en su hombro se giró para encarar a su acompañante por aquella noche, descubriendo algo que no se esperaba. Joder, si parecía estar frente a un muerto viviente. Al final su teoría sobre el fantasma no iba a ir tan desencaminada como pensaba. Cerró la boca y tragó con fuerza, escuchando las palabras del mayor mientras su cerebro trabaja a mil por hora en busca de una excusa lógica que le permitiera librarse del castigo. Al final llegó a la conclusión de que, dado su historial y cómo parecían ser los profesores en esa escuela, de esa no se iba a librar ni de broma.

Dudó durante unos instantes, ¿debía responder a la primera o a la segunda pregunta? No lo sabía, pero el que le urgiera a responder supuso que primero debería ir la que había formulado posteriormente.- Seth Owens, señor, de segundo curso. -Respondió rápidamente, echando un vistazo a la mochila que había caído al suelo.- Regresé ya que me había dejado la maleta en el aula y tengo deberes para mañana, no quería... ser castigado.

Lo cierto es que ahora aquello sonaba claramente irónico en sus oídos, después de todo, ya estaba seguro de que no se iba a librar del castigo que le caía por esto, y eso que lo había hecho con toda su buena fe, que ya era poca últimamente.

-¿Puedo... regresar a mi habitación y usted hacer como que no me ha visto aquí? -Probó, aunque dudaba que la respuesta fuera a ser lo que él deseaba, tampoco perdía nada por formular la pregunta, quizás solo provocase que el castigo fuera peor... o quizás le dejara irse.- Prometo no hacer ruido ni dejar que nadie me vea, me iré a oscuras si es necesario. -Añadió rápidamente, aprovechando que era libre del agarre para retroceder un paso, agachándose para recoger la maleta del suelo y echársela al hombro. Sonrió nerviosamente, a la espera de una aprobación que le permitiese retirarse.

Por unos segundos, había tenido esperanza. Por unos segundos, había creído que se iba a librar de esa. Había llegado a pensar, por la sonrisa del mayor, que estaba todo solucionado y no iba a ser castigado. Maldijo su mala suerte cuando la sonrisa del director cambió radicalmente a una que se conocía de sobras, la había visto demasiado a menudo para su gusto, aunque en este caso parecía incluso acentuada, más de lo normal. Quizás el tío de la venda fuera un psicópata, asesino en serio o algo así y acabara peor de lo que había pensado. Estaba solo en el instituto aparte de ese tipo, a saber qué era lo que podía hacerle sin que nadie lo supiera... al menos hasta al día siguiente.

Tragó en seco cuando la mano ajena se agarró a su muñeca, notando que, aunque no le dolía, tampoco podía escapar de ella. Lo tenía jodido. Cuando el otro comenzó a moverse, estuvo tentando a clavarse en el suelo, tratar de tirarse y patalear como un niño pequeño. Pero dudaba que fuera a servirle de nada. Por la fuerza con la que le tiraba, sería incluso capaz de arrastrarle por el suelo sin el menor esfuerzo o, al menos, sin gastar especial energía en él. Se mordió suavemente el labio inferior, dejándose guiar por el adulto no del todo convencido con lo que iba a pasar.

-Lo cierto es que tenía mi esperanza de que me perdonase, señor. -Respondió con toda la sinceridad del mundo, sin dignarse a castañear siquiera con los dientes o parecer asustado. Acababa de tomar la decisión de que, ya que iban a castigarle, intentaría mantener toda la dignidad posible... aunque ya no le quedase mucha.

Fue mentalizándose por el camino, no sabía qué le esperaba ni cuán duro sería, pero esperaba que no fuera tan excesivo como para no poder regresar solo a la residencia de estudiantes... si es que salía vivo de esa. Cuando llegaron a la sala a la que le guiaban y notó que su brazo era soltado dio un giro sobre sí mismo para ver el lugar, tratando de no pensar en lo largas que serían las siguientes horas, solo en la recompensa de cama que iría luego. Escuchó las palabras del director, aquel tonito perverso le hizo que se estremeciera ligeramente. Agachó la cabeza, preparándose como buen actor. Host, tenía que actuar como delante de cualquier cliente. Era un host, podía con ello. Sabía mentir.

Al levantar la cabeza, le dedicó una leve sonrisa al mayor, tratando de sonar lo más relajado posible cuando soltó sus palabras siguientes.- Claro señor, ¿qué quiere que haga? -Había acabado sonando más forzado de lo que había pensado, no era lo más convincente pero tampoco estaba mal.

Con cuidado, se descolgó la mochila del hombro y la dejó a un lado, esperando que luego no se le olvidase de nuevo o sería un problema aún mayor. Se plantó entonces en medio de la sala, esperando a que el otro le dijera lo que tenía que hacer. Contuvo el temblor de sus piernas una última vez antes de fijar su mirada en el otro a la espera de una respuesta.