Inventiva sin fin [Priv.]

por **Aidan Lubeck** Lun Mar 17, 2014 6:10 am

Le resultaba extraño pensar que habían pasado dos años desde que se mudó al instituto y hoy era un día especial ya que comenzaba su tercer periodo. Los novatos eran trasladados a sus nuevas habitaciones al mismo tiempo que les proporcionaban las reglas e indicaciones necesarias. Por otro lado Aidan prefería gastar su tiempo otorgando una visita de interés al director, una forma de mostrar sus respetos al cabecilla antes de iniciar las clases.

Deambuló por los pasillos sin necesidad de apurarse con las manos derrotada en los bolsillo y la mirada distante. Disfrutaba el trayecto debido a que no tenía jornada de clases hasta el medio día. Al ingresar a la oficina principal como se esperaba estaba el secretario, un joven serio bastante ordenado con lentes y que siempre se mantenía cabizbajo tecleando, no importaba si sonaba el teléfono, se lo colgaba entre el hombro y la mejilla y seguía pulsando botones...¿eficiente? ¿obsesivo? que más daba, dio un suspiro y camino modestamente frente al escritorio esperando que al menos levantará la cabeza para verlo.

-Buenos días, mi nombre es Aidan Lubeck. Me gustaría hablar con el director por favor-
El platinado lo miró altivo y apretó un botón que notificaba a la oficina subsiguiente; una vez recibió la confirmación se dirigió nuevamente con desdén al vampiro para que pasara adelante.
Golpeó suave la puerta con la parte posterior de su índice y a los pocos segundos ingresó cerrandola a su paso -Con permiso- pronunció sereno quedándose en el lugar.
-Posiblemente no se acuerde de mi, me llamo Aidan Lubeck- Resultaba que no mentía, la última vez que se vieron fue hace un año cuando lo integraron las clases nocturnas.

por **Khaled Lewis** Jue Mar 20, 2014 2:24 am

Tamborileó los dedos de su izquierda sobre el escritorio de caoba con pereza, estaba cansado, aburrido en realidad, permanecer durante aquellas fatídicas horas en aquel instituto empezaba a cansarle, jugar con los alumnos sumirlos en el placer y hacer que se perdiesen cada día en intensas sesiones de sexo era divertido, pero incluso él podía llegar a cansarse a aburrirse de la rutina y más que nada de la espera, el maldito bastardo que se llevó su ojo se había atrevido a dejarle ahí a cargo de un centenar, no, un millar de críos que si bien era divertido pervertir y arrastrar a un mundo donde no existe más que sus cuerpos, el placer y el dinero, empezaba a cansarse de ello y es que hasta el momento no había encontrado nada ni nadie que pudiese saciar las ansias que día a día le consumían por dentro; ni el sexo, ni las drogas ni el alcohol, ni absolutamente nada conseguían sacarle de aquel aburrimiento.

El sonido de la puerta al fin llegó a sus oídos y con claro desinterés levantó el único orbe que le quedaba para así ver al joven que entraba, suspiró suavemente y se acomodó en su asiento para así mirar el cuerpo de aquel ser que se acomodaba frente a él.- Oh…-dijo con un tono desinteresado mientras que su mirada traviesa y perversa iba recorriendo el cuerpo del muchacho frente a él.- Te recuerdo.- dijo ya entonces prestándole atención a sus palabras y dirigiendo aquel único orbe esmeralda a los ojos de este.- Aunque eso no me dice porque te tengo aquí… -se levantó con lentitud y se dirigió a él con un movimiento felino y suave, como si cada uno de sus movimientos fueran calculados solo para seducirle, para atraparle en un juego que realmente no llevaría a nada.

Posó suavemente su mano izquierda sobre el mentón del estudiante y una sonrisa suave, ladina curvó con delicadeza sus finos labios.- Y entonces… ¿por qué te tengo aquí? –preguntó con un tono mordaz mientras iba lentamente acercando sus labios a los ajenos, desviándose en el último minuto para dejar un pequeño beso sobre la mejilla del mismo y apartarse con la misma velocidad con la que se había acercado a este, volviendo a su escritorio para así sentarse en su, muy cómoda, silla.- ¿Vas a decírmelo ya? ¿Necesitas algo? –preguntó rememorando donde era que había puesto aquel joven dentro de la escuela, recordaba su rostro y cara, pero los datos aún seguían revueltos en su cabeza, por lo que se quedó en silencio mientras los mismos empezaban a esclarecer y le recordaban que aquel chico era uno de los juguetes de primera clase, un absolute…

Su sonrisa se ensanchó casi en un instante.- ¿o será que has venido a solicitar mi asistencia en alguna clase práctica? –Su tono bajó un poco, sin embargo era audible aun cuando la malicia podía denotarse en cada una de sus palabras, fuera lo que fuera que el chico quería, iba disfrutar de esa instancia, ya sea provocándole o simplemente molestándole, después de todo estaba aburrido y ahora que tenía un juguete delante no es como si fuera a desaprovecharlo.

por **Aidan Lubeck** Dom Mar 23, 2014 6:06 am

Era un muy bonito lugar, no podía dejar de notar lo ordenado y limpio que se encontraba, todo era perfecto pensando a excepción de la burda decoración con lentes que tenía en la antesala refiriéndose al secretario. Fue en ese momento de distracción que terminó desconcertado por la actitud del mayor quien lo había tomado por sorpresa provocándole un leve color carmesí en las mejillas. Nunca tuvo contacto con él fuera de horario, menos esperaría aquella cercanía y auto-confianza que se adjudicaba -Director...yo- balbuceaba con ambigüedad palabras a medida que sus ojos esmeraldas se abrían intranquilos, sin moverse sintiendo a pocos centímetros la respiración y la calidez de su labios para luego entrecerrarlos por un instante, asumido que consumaría ese beso hasta que de manera impredecible se separó. Dado el caso se trataba de un juego en que los dos podían participar, bien lo sabía él. Pero más le molestaba que aún sabiendo esos trucos cautivadores como la palma de su mano había caído redondo en ellos.

Extrañado solo reaccionó a pasar el índice por sus labios con gusto a poco, escuchando como seguía preguntando el motivo de su visita "¿que se supone que tenía que decir?" únicamente vino a pasar el rato, solo que había escogido el día, lugar y a la persona incorrecta para pasar a saludar. Con rechazo a la idea de decir esa simplona excusa no más le quedaba inventar lo primero que se le venga a la mente.
Alargando un poco el proceso caminó hasta el escritorio -Con su permiso- pronunció sentándose respetuosamente en una de las sillas frente a él, acomodó ambos brazo en las reposaderas y finalizo cruzando una de sus piernas manteniendo una postura íntegra ante las circunstancias -Si me permite, me gustaría comenzar este año ofreciendo mis servicios en beneficio de la institución, referente a la primera subasta que será dentro de unos días- Selló sus labios desviando la mirada a un costado de la oficina en dirección a una gran planta que estaba por alcanzar el techo "¿Que yo que?" razonaba con singular retardo ante la sandez que acababa de expresar.

En esas subastas participaban alumnos experimentados principalmente de cuarto año incluyendo algunas excepciones, aquí asistían importantes clientes con invitación, gente que facilitaba grandes sumas y a quienes se le otorgaban más beneficios que a un cliente común, estas podían ser sesiones privadas o grupales todo dependía de la subasta -Mi interés es solo mejorar mi ficha personal, como ya sabe me encuentro en mi penúltimo año, tal vez es hora de tomar acciones con visión a futuro pero que sin embargo independiente de lo que piense creo que usted sabrá mejor que yo que es lo más conveniente-

por **Khaled Lewis** Lun Mar 31, 2014 2:12 am

Se mantuvo en total silencio mientras escuchaba las palabras del chico, sonrió apenas tras este terminase con su pedido, más no emitió sonido alguno hasta que el sonido del suave tamborileo de sus dígitos sobre el caoba se hubo reanudado, le miró de pies a cabeza, fijándose al final en los orbes del castaño, su sonrisa se hizo entonces una burla y se levantó con el aire señorial que solía usar en los eventos oficiales del instituto, se paseó desde su asiento a la ventana a las espaldas de su silla y se apoyó en la misma.- ¿Realmente crees que podría dejar que un alumno, aun verde, fuese vendido en la subasta? –preguntó elevando las cejas al unísono mientras seguía mirándole con aquella expresión que parecía que dijera que el otro era un completo idiota y es que lo era, dentro de su mente aquel chico no era más que un idiota que pensaba saltarse las reglas del instituto seguro para conseguir un par de billetes.

Sonrió nuevamente y se acercó nuevamente a este, pero esta vez ni siquiera le tocó sino más bien se sentó frente a él en la mesa y se inclinó sobre este dejando nuevamente sus rostros a unos cuantos centímetros.- Realmente… ¿crees que te dejaría subastarte después de que tus mejillas se sonrojaran de aquella manera? –Esta vez la pregunta sonó como si no fuera más que una simple burla proveniente de su parte y es que en parte lo era, después de todo aquel crio estaba demasiado verde como para que se iniciara en las subastas, aunque debía reconocer que habían ciertos idiotas que gustaban de aquella inocencia desperdiciada. Se quedó en silencio entonces, meditando si es que realmente debía concederle el permiso o no para que participase en el próximo evento. –Como dije antes, estás demasiado verde. –Se alejó acomodándose en su lugar, alzándose lo suficiente como para que pudiera mirarle desde la altura.

-No podrías siquiera complacer a la clientela… además… asumo que apenas has llegado a las 12 horas ¿no? …Recuerda bien…-el índice y el pulgar tomaron posición sobre el mentón ajeno y le obligó a mirarle.- Como absolute, tu deber es complacer a tu amo en todo momento, las 30 horas por las que tu cuerpo es entrenado no es por nada, es porque sé que juguetes como tú tienen una alta demanda entre ciertos seres, especialmente entre incubos que se alimentan del sexo, del deseo y demás… ¿lo entiendes? –sonrió nuevamente y se levantó soltándolo al fin para así regresar a su asiento.- No vas a venderte al menos hasta que consigas llegas a las 26 horas. –sonrió con malicia como si aquello realmente fuera un reto y es que lo era, después de todo no muchos conseguían llegar a ello.- Sino tienes nada más que pedir… puedes retirarte. –sonó tajante, aunque bien sabía que habría una respuesta por parte del menor era solo cuestión de esperarla.

por **Aidan Lubeck** Mar Abr 01, 2014 7:00 am

Con desagrado alzo una ceja mientras una palabra golpeaba latente en su cabeza. -¿verde?- Repitió pensante, por un parte daba por aludido que su propuesta sería declinada, más que mal había sido una excusa, pero no imaginó que sería omitido de forma tan adusta y simplona. -Señor, con todo respeto creo que esta subestimando mi comportamiento y por ello debo disentir sobre su juicio- No tenía intención de explicar al detalle y solo bastaba decir que de un principio lo había cogido desprevenido. -Bien usted sabe que entre mi generación soy uno de sus alumnos más destacados, por consiguiente merezco al menos la dicha de la duda de si puedo o no con esta responsabilidad- dio una pausa mientras sonreía con cierta altivez llevando algunos dedos al mentón. Probablemente no era del todo público pero Aidan venía de una familia acomodada en la cual durante generaciones gozaron de todos los placeres y vicios que uno podría imaginar, el estar en esa escuela solo era el resultado de un pasatiempo o mejor todavía, un perfeccionamiento de una raíz más que fortalecida.

Fue en ese momento entre osadía y fijación que se levantó bordeando el escritorio haciendo un camino sobre la madera con la yema de sus dedos, se sentó sobre la misma en un movimiento atrevido pero dejando de lado la impericia a medida que disminuía el tono de su voz acogiéndose a la situación. -A fin de cuentas, él único beneficiado se encuentra frente a mi ¿o me equivoco director? solo soy un modesto subordinado en esta pequeña sociedad que lleva a cabo- Con incitación cogió de su corbata sin quitar de encima la vista a su único ojo color glauco, quería mantener ese juego que el mismo había contribuido al empezar, pero evitando del mismo modo caer en la preponderancia, porque sabia que el rechazo estaba entre sus mas altas posibilidades.

Por un minuto vino a su memoria un sueño en el que había ingresado la primera vez que lo conoció y que precisamente le pertenecía a Khaled, hecho que con seguridad hubiera sido motivo de expulsión. Él había estado observando durante un tiempo desde una zona segura donde su presencia resultaba casi invisible pero fue en un momento peculiar cuando lo vio en la cumbre de una exquisita escena llena de erotismo en compañía de un joven peligris, acto que involucraba más que sudor y sangre deslizándose entre la piel del más pálido.

No esperó en desvanecerse del lugar con rapidez, el problema ocurrió al despertar, su sangre hervía con tal deseo que era imposible de saciar solo con las clases de práctica en el instituto. Y teniendo ese recuerdo presente con la misma sensación de ardor en el cuerpo volvió intentando retomar la concentración junto al pelinegro. -Puedo entregar más de lo que aparento, solo necesita darme la oportunidad para demostrarlo- Finalmente concluyó sus palabras moviendo el cuello de forma circular y presionó mordiendo su labio para templar esas reflexiones sobre el sueño esperando no dejar al descubierto ese repentino interés que lo estaba consumiendo.

[OFF: Lamento si involucre tu personaje sin consentimiento en el último post, si resulta fastidioso o de carácter incomodo me avisas y lo edito, no hay problema ~ ]

por **Khaled Lewis** Jue Abr 03, 2014 10:26 pm

Escuchó en silencio las palabras ajenas aunque no prestó particular atención a nada de lo que este dijo al menos hasta que su proposición final resonó en sus oídos, sonrió entonces con la malicia aflorando en cada uno de sus poros y se levantó para dar alcance al descarado cuerpo que se había sentado frente a sí, sobre el escritorio. Le miró nuevamente de pies a cabeza, recorriendo con extremo cuidado cada una de las extremidades del obviamente menor. Sonrió nuevamente y ladeó su rostro como si aquello no fuera más que un simple juego y lo era en realidad, no era nada más que eso para él, un retorcido juego al que había sumido a tantos que ya ni siquiera conseguía contar cuántos de ellos eran.
-Bien… -dijo entonces soltándose del agarre de este y le tomó por el rostro sin delicadeza alguna acercando así el ajeno al propio.- veamos qué es lo que realmente puedes hacer. –Le soltó entonces y fue hacía la puerta, no usaría el intercomunicador para lo que pensaba hacer. –Hey… -dijo llamando la atención del desgraciado que custodiaba la puerta de su oficina. – ni una visita más, nada de llamadas y ni siquiera intentes comunicarte conmigo. Estaré ocupado por el resto de la jornada. –dijo con un tono cruel y autoritario y ante ello el secretario no hizo más que obedecer a sus palabras.

Tras ello cerró la puerta nuevamente y se giró a mirar al descarado vampiro que le había invitado a probarle.- Bien, te dejaré que me demuestres que tan bueno eres, sin embargo…-se relamió los labios con antelación, como si con ello dejara en claro cuál eran sus oscuras intenciones. –Si no consigues complacerme te olvidarás de tu ridícula idea hasta tu graduación. –dicho aquello volvió a su escritorio y llevó una de sus manos hacía un botón oculto bajo la superficie del mismo; “click” y una puerta oculta se abrió revelando unas escaleras bien iluminadas que guiaban hacía los subsuelos.- Vamos. –dijo tomando su, siempre desagradable, móvil para así emprender la marcha a donde muchas veces había castigado a los estudiantes.

Sonrió suavemente a medida en que iba descendiendo y sus pasos iban resonando uno tras otro como si aquello fuera una sentencia y es que en cierta medida lo era, al menos para el joven que se había atrevido a retarlo de aquella manera, le enseñaría lo equivocado que estaba y la poca experiencia que tenía a diferencia de él, después de todo los clientes de la subasta en general todos eran como él, seres perversos que estaban ahí simplemente para saciar su aburrimiento con una sesión de sadismo, masoquismo o alguna otra filia que deseaban complacer pero solo por un corto periodo de tiempo, después de todo las subastas no era más que una prueba para aquellos clientes que quizás más adelante comprasen uno de los juguetes que el instituto amaestraba para ellos. – Será mejor que no te arrepientas. –Su voz sonó divertida, tan amigable como la de un niño al que acaban de darle un juguete nuevo, aunque no pudo evitar que el tono perverso típico de él se sumase a aquella diversión que había entonado.

Y así unos cuantos escalones más tarde y los salones ocultos a los estudiantes normales aparecieron en una hilera de puertas cerradas, no había ventanas ni nada que revelase su contenido, solo puertas bien selladas que eran identificadas con número y un nombre en código. Se giró a ver a su invitado seguro de que este la había seguido y sonrió - ¿Estás listo? –preguntó nuevamente con ese tono lleno de macabra diversión típico de él, era hora de empezar el juego ¿estaría listo el menor? …

Off: no pasa nada, me ha parecido bastante interesante~

por **Aidan Lubeck** Dom Abr 06, 2014 4:21 am

Si bien estaba consciente de que había despertado a una bestia difícil de satisfacer, asentía a cada palabra que pronunciaba el mayor aún cuando estas se sostenían bajo amenazas y advertencias poco disimuladas. -No se diga más, lo entiendo- Cedió levantándose del escritorio sonriendo con la misma desvergüenza mientras lo seguía escaleras abajo. Después de todo ¿Cual es el punto? no solo su palabra sería desmentida si no además su orgullo se iría en picada.

Pero aún no tenía claro si fue por los recuerdos o esa mirada colmada de provocación casi acechante la que le dio a entender de que posiblemente aquel tirano con perfil de docente se había transformado en su más reciente fantasía, una especie de utopía que pocos tendrían el coraje de imitar estando en sus zapatos. -No crees que es un poco tarde para andar con arrepentimientos?- Musitó a medida que aceleraba un poco el paso lo suficiente para quedar a la par de el, ya que no era ningún tipo de escolta para andar a la siga de nadie. -Además- suspiró en rendición. -Sé que no tengo oportunidad de huir sabiendo la dicha que te afloró tras aceptar esta situación- Miraba a su alrededor sin impresión, no había nada nuevo desde su última lección y como era de esperarse la gran mayoría de las habitaciones se encontraban ocupadas, a excepción de una al final del pasillo, la cual era más grande, completa y por supuesto de uso exclusivo para el director.

Antes de entrar estando a los pies de la puerta, volteó y rodeó la cintura del pelinegro estrechándolo de espalda contra la pared susurrando con sugestión mientras acercaba sus labios a los suyos. -Aunque no te guste la idea, haré que al finalizar esto me reconozcas como el hombre que soy y no como el crío que crees entro esta mañana a tu oficina ¿y sabes que es lo mejor?- Preguntó caprichoso bajando su mano por el pantalón palpando por encima de la tela dejando un roce sobre su virilidad que oportunamente se hacía presente afirmando lo que presentía. -Te gustará- Dijo con seguridad aprovechando la luz tenue que los cubría para dar una lamida en la comisura de la boca del contrario.

Ambos se encontraban con la única compañía del placer ajeno, el eco del resto de las habitaciones sobrepasaba las paredes dejando al descubierto gritos y gemidos de otros estudiantes y aún distante podía saborear en el aire cierto olor a sangre que se remecía hasta su ubicación dibujándole una sonrisa a medias casi perversa. -"fascinante"- Razonó esto último afanoso aunque aquellas circunstancias descendían en lo absurdo.

por **Khaled Lewis** Sáb Mayo 03, 2014 6:36 pm

Ni siquiera luchó contra este, simplemente se dejó llevar por los movimientos ajenos sin poner pega alguna a este y es que la verdad no sentía nada, no al menos hasta que la traviesa mano ajena se deslizó hacia su entrepierna, le sonrió con suavidad y cambió las posiciones entonces con un suave movimiento para así obligarlo a ser él quien estuviese contra la pared, sus labios en cuestión de un instante fueron a su cuello y casi con crueldad mordió la suave piel del menor, enterrando sus incisivos en una búsqueda de sentir el suave liquido carmín que no tardó mucho en inundar su boca, amaba el sabor y el aroma de la sangre, ese tenue toque metálico que se colaba con facilidad en su cavidad, soltó un suave suspiro lleno de deseo nada más sentirle el líquido vital bañar sus labios, sin embargo no hizo más que probarle pues tras ello se apartó un tanto, relamiéndose con una expresión netamente lujuriosa en su rostro, aquel mocoso tenía buen sabor, mejor de lo que se esperaba aun para un crio.

Cerró la puerta sin siquiera preocuparse en ponerle seguro y acto seguido se giró hacia este, sonrió claro y volvió a relamerse eliminando las ultimas gotas del precioso carmín que había quedado prendado en los mismos.- está bien, será mejor que me guste. –dijo con un tono retador mientras que iba dejando caer la chaqueta y seguido de esta, la camisa blanca que no tardó mucho en perderse en el suelo. Cogió al crio por los brazos y le lanzó sin cuidado alguno a la cama posicionándose casi de inmediato por encima de él, le sonrió nuevamente sin embargo aquello fue todo, se separó nuevamente y se dirigió a un sofá cercano a la cama y tras cruzar una de sus piernas por encima de la otra se le quedo mirando, fijamente como si estuviera, literalmente, comiéndose al chico con la mirada.

-Es tu turno, haz que…-una de sus manos se dirigió a su entrepierna en un movimiento suave pero netamente vulgar, depositó una ligera caricia en su dormido sexo y se acomodó, lo suficiente como para que pudiera dejar ver al vampiro con claridad lo que hacía.- Me entren ganas de follarte. –dijo con crueldad, demandante y tal cual como pediría un crio sin consideración alguna a con el otro, y así como es debía ser, después de todo era la prueba del otro que podría tratar con sus clientes, que podría lidiar con todo aquello y que podría ser un buen juguete al que subastar aun cuando obviamente se denotaba en este que necesitaba ser domesticado y dominado como se debía. –Venga, pruébate a ti mismo, crio. –le retó sonriendo divertido, casi como si estuviese burlándose de este y este en realidad lo hacía, después de todo para él aquel chico no era más que un niño que no sabía cuándo obedecer.

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